­Hace mucho tiempo que Podemos descubrió la pólvora: para ganar votos no hacen falta discursos grandilocuentes. Lo importante es que la gente te entienda. Pan y trabajo en vez de materialismo dialéctico. No se trata de algo novedoso, simplemente de la lección más importante del siglo XX. Trasladar esta tesis a la realidad lo aprendió Podemos de Gramsci. Éste estaba convencido de que las batallas políticas no se libraban por dinero, sino por las distintas formas de vida. De ahí, la necesidad de trasladar el conflicto al campo de la cultura. Esto, en el mejor de los casos, se traduce en el asalto al medio de masas número uno. La televisión es a la política lo que la munición a la guerra. De La Tuerka se dio el salto a La Sexta. Fue el paso definitivo.

Como aún se carecía de símbolos propios, se tiró del deporte. «Sí se pude, sí se puede». El canto se trasladó de los campos de fútbol a la calle. No se había creado un partido. Había nacido un movimiento expansivo. Como una piedra cuando cae al agua y dibuja círculos, Podemos se extendió en estampida por toda la geografía española. La primera prueba de fuego llegó el 24 de mayo de 2015. El bautismo electoral en Málaga vino de la mano de Málaga Ahora. Entonces, se quería preservar aún lo impoluto y se prohibió de forma expresa el uso de la marca Podemos durante la campaña electoral. El ya exsecretario general, José Vargas, tuvo que dejar la candidatura municipal por el conflicto de intereses. Pero el relato había cuajado. El régimen establecido se desmorona y nosotros somos sus legítimos herederos. Podemos había hecho lo más difícil. Como no tenía pueblo, se lo creó.

Así logró asaltar también el Ayuntamiento de Málaga. Cuatro concejales de la nada. Ysabel Torralbo, Juan José Espinosa, Rosa Galindo e Isabel Jiménez. Los candidatos daban igual porque el voto era para figuras más verosímiles: Pablo Iglesias, Íñigo Errejón o Teresa Rodríguez. Era el paso necesario para completar el puzzle. Saltar de la militancia desorganizada a las instituciones. El entramado de Málaga Ahora nació en La Invisible. Hace ya tiempo que se reniega de ello. Pero el edificio en la calle Nosquera ejerció de sede antes de que llegaran las subvenciones por el redito electoral. Todos los actores secundarios que ahora ocupan jugosos puestos como cargos de confianza en las instituciones provienen de ahí. Personajes secundarios desconocidos para el gran público. Juan Díaz, Nicolás Sguiglia, Cristian Gracia son sólo algunos de los nombres. En su mayoría, actores sin oficio pero con mucho beneficio que conforman el conglomerado de intereses que explica la actual lucha por el poder desatada en Málaga. Ésta culminará el fin de semana del 7 al 9 de noviembre, la fecha elegida por el partido para elegir en primarias sus cuadros directivos tanto a nivel regional como municipal. Una lucha de poder con multiples ramificaciones que afectan tanto al futuro de Podemos en sí, como al de su marca municipalista que ahora anhela desquitarse de todo lo que recuerde al antaño admirado orden de la Complutense.

Intereses, ideologías y actores

Hace ya mucho tiempo que en Podemos se han cristalizado dos visiones diferentes de por qué camino debe de discurrir el partido. En la mejor tradición política se han acuñado a los pablistas y errejonistas para encasillar a las dos listas que hasta el momento han formalizado su candidatura para hacerse con la secretaría general en Málaga. La primera en presentarse, Podemos en Movimiento, está encabezada por el propio Espinosa, que dejó formalmente el grupo de Málaga Ahora a principios de semana. Esta lista competirá, con la que encabeza el diputado de Podemos en el Congreso y único implicado sin aspiraciones municipales, Alberto Montero. Cada uno representa, a su vez, una tesis de Podemos. Por ello, la candidatura de Espinosa tiene el respaldo de Pablo Iglesias y Teresa Rodríguez, mientras que Montero puede contar con el apoyo de Errejón. La idea de Montero es crear un proyecto transversal con clara vocación municipalista y enfocado a poder presentar una candidatura de Podemos en las elecciones municipales de 2019. Desplegar un partido con una amplia base de recpetores. Un Podemos pensado para las instituciones. Espinosa, por su parte, opta por un proyecto en clave de militancia. Torralbo, aunque tire de verborrea barata y hable de la obligación de preservar la independencia de Málaga Ahora, lo que está haciendo es presevar su ubicación. El poder, como depende de la misma, de ahí todo el conflicto, se localiza en La Casona año 2019.