­La inversión rusa recupera peso en la Costa del Sol. De una manera ya nada accidental, y, con un brío, que, si bien con matices diferentes, empieza a recordar a la ebullición que hace apenas cinco años alborotó el mapa turístico, cuando todas las preocupaciones estratégicas orbitaban en torno al rublo y su fortaleza incipiente en el mercado de la vivienda.

El triángulo de oro de la provincia, formado por Marbella, Estepona y Benahavís, vuelve a ser objeto de deseo del capital de Moscú. Con una fuerza que sirve para terminar de aventar lo que desde primera hora se interpretó en Málaga con razonable escepticismo: que la crisis del país, provocada por el enfrentamiento con Ucrania y la depreciación de la moneda, acabaría por pasar factura a los negocios que comenzaban a consolidarse en la Costa del Sol. Aquí, tanto en el mercado del turismo como en el residencial, el enfriamiento de la demanda ha sido más leve. Y por una razón que explica ahora también la solidez con la que se entrevé la recuperación. El perfil del inversor ruso establecido en la provincia ha sido desde el inicio muy diferente al que inundaba otros puntos del litoral español; mucho menos masivo, sí, pero con más capacidad de gasto y orientado al sector del lujo y la exclusividad.

Según Ricardo Bocanegra, presidente del Foro Internacional Hispano-Ruso, esta misma condición es la que ha permitido que los números, resentidos por las dudas, regresen a su antiguo caudal. Todavía, señala, son menos los inversores, pero el descenso ha coincidido con un repunte de los compradores más poderosos, los que ponen directamente su mira en las mansiones de más valor. La Costa del Sol, con su oferta en villas costeras, ejerce de nuevo su magnetismo entre las grandes fortunas de Rusia. Y, además, en sintonía con varios estímulos adicionales que apuntan a un margen de mejora todavía mayor.

A la propia predilección de los clientes, señala Bocanegra, se suma la simplificación de los trámites administrativos y, sobre todo, la llamada Golden Visa, que permite a los propietarios de viviendas tasadas de más de 500.000 euros obtener de manera automática el permiso de residencia. Una prerrogativa que para un ruso funciona como algo más que una simple cuestión de romanticismo y que, en muchos casos, supone el aval esperado para poder operar con tranquilidad en el entorno de la UE.

El redoblado interés de Rusia por las propiedades de la provincia se ve potencialmente favorecido por otras variables. Algunas, como la situación de Turquía o la victoria electoral de Trump, de naturaleza más que inquietante, pero que traducidas a la economía del Kremlin significan poco menos que estabilidad.

El resurgir de la inversión coincide además con una reactivación, ya afianzada, del turismo, que acumula meses de crecimiento y empieza a dejar atrás el descenso provocado por las veleidades expansionistas y la congestión política de Moscú. La previsión para este año, también en este campo, es de crecimiento. Málaga ocupa posiciones. Con un recorrido todavía amplio para explorar.