Una analítica que salva vidas. Tan fácil y tan difícil a la vez. Buscar la compatibilidad de la médula de un donante con la de un paciente puede sonar a lotería. A buscar una aguja en un pajar. Pero no hay nada imposible y de eso saben, y mucho, en el centro de Transfusión Sanguínea de Málaga. Allí, los profesionales se enfrentan día a día a las estadísticas para reducirlas. El reloj o el calendario acaban por ser simples objetos decorativos, porque para ellos el tiempo es relativo.

Sin duda se trata de un trabajo complejo, pero verles trabajar con una probeta que contiene unas gotas sangre de la que después estudian hasta cien códigos acaba por ser normal para ellos, para esos médicos, enfermeros, técnicos de laboratorio que desafían al tiempo. El coordinador andaluz de Donación de Médula Ósea, Sergio Fernández, admite que el verano de 2016 ha supuesto un antes y un después en las cuatro paredes del centro, situado en las instalaciones del Hospital Civil. Allí vieron cómo, de un día para otro, las donaciones de médula ósea se multiplicaban. La calculadora saltó por los aires el día en que el joven Pablo Ráez llenó los telediarios pidiendo al mundo un millón de donantes.

Este joven malagueño no sólo ha hecho suya la cruzada contra la leucemia. Se ha erigido en una suerte de guerrero luchador que, lejos de tirar la toalla cuando los tiempos no eran venideros, decidió hacer una petición nacional por aquellos que no se habían atrevido, como él, a reclamar vida con un sólo pinchazo.

Pero su lucha no ha caído en saco roto. Además de multiplicar el censo de donantes, Ráez, indirectamente, ha obligado a contratar a más personas en el centro y a dotar las instalaciones de nuevos recursos. «Hemos duplicado los medios y se ha contratado técnicos para el turno de tarde y a más administrativos para dar de alta a los donantes en el registro», relata Fernández, que afirma que entre agosto y septiembre han tenido una avalancha de peticiones de donación de Málaga, Granada, Sevilla y Almería.

Desde que una muestra llega al centro hasta que se hace su tipaje -es decir, se descodifica y se le da un matrícula- no suele pasar más de una semana. Si la analítica se hace en Málaga, es raro que se cumplan los 48 horas sin analizar. Pero hay que tener en cuenta que el centro de Málaga es el referente andaluz y el cuarto nacional, por lo que recibe donaciones de Murcia, Castilla La Mancha, Asturias y hasta de Cataluña. Cada mes recogen entre 800 y mil analíticas para médula ósea, de las que entre 150 y 350 corresponden a la provincia de Málaga.

El director científico y coordinador del Centro Regional de Transfusión, Banco Sectorial de Tejidos, Banco de Sangre de Cordón, Isidro Prat, admite que el compromiso de donación de médula ósea es de por vida. «Significa estar toda la vida pendiente de que llegue un enfermo compatible. Puede ocurrir mañana, en un año, en una década o nunca», señala el experto, que reconoce lo importante de que los donantes estén bien informados.

Y es que en torno a la donación de médula ósea hay muchos mitos, la mayoría infundados. «Es mucho más sencillo de lo que la gente imagina», aclara Sergio Fernández, también a cargo de la serología del centro malagueño, que explica que, en primer lugar, la médula no es un órgano que se pierde cuando se dona -como cuando se dona en vivo un riñón-, sino que se regenera y el donante no nota ninguna merma en sus capacidades ni en su salud.

La donación puede hacerse por dos vías, siempre dependiendo de la enfermedad del paciente y de las características del donante. En quirófano, donde se hace un aspirado medular, donde se extrae parte de la médula ósea mediante un pinchazo en la cadera. «No tiene más peligros que una intervención banal en quirófano», reitera el médico, consciente de los miedos que rodean a la donación de médula ósea. Eso sí, insiste: de dar problemas nunca serán a nivel medular.

La otra forma de donar es mediante la aféresis, una técnica que hace circular la sangre y que es la más común de las formas de donar, alcanzando el 70%. Las células pasan por una máquina que extrae la sangre, la limpia y se queda con las células madre. Para que esto ocurra, el paciente debe haberse medicado días previos para estimularlas y que estas pasen a la sangre.

La recepción del trasplante se hace a nivel hospitalario. Aunque hay quien cree que se trata de una intervención quirúrgica, la realidad es que los pacientes reciben una transfusión. Esta operación puede ser necesaria en una o más ocasiones, siempre dependiendo del caso y de las características del paciente.

El 85% de quiénes necesitan un trasplante padecen leucemia aguda crónica, aunque también puede tratarse de mielomas, algunos linfomas y enfermedades por depósito. Ciertamente en algunos casos el trasplante no es de médula, sino de célula de cordón umbilical. «Suele preferirse para casos pediátricos o para adultos que no encuentran un donante apto», explica el médico y coordinador de trasplantes de médula ósea andaluz, que destaca que este tipo de trasplante dan menos rechazos o posibilidad de que surja la enfermedad de injerto contra huésped (ICH) que deja las defensas reducidas a cero.

El nivel de curación de la leucemia, una vez se ha hecho efectivo el trasplante de médula ósea, es de entre el 60 y el 80%. Un 25% de los casos es por donación familiar -los hermanos suelen ser los mejores donantes en caso de existir compatibilidad- y el resto se hace por banco.

Un 90% de los pacientes encontrará a alguien compatible en menos de tres meses, según los datos que maneja el Centro Regional de Transfusión Sanguínea. Y es que no hay que olvidar que los bancos de donantes están concertados a nivel internacional, de ahí que las donaciones suelan ser de una persona de un país al otro lado del globo de el del receptor.

La donación es sencilla. En apenas 20 minutos, el paciente se inscribe en el registro y dona mediante una analítica. La parte más compleja corresponde a los trabajadores, que deben extraer el ADN, incubar las muestras y, la parte más delicada, estudiar códigos que les permitan detectar cuál es el tipaje del donante. Esto permitirá afinar en las características de la persona, lo que da una mayor fiabilidad a la hora de hallar la compatibilidad con posibles pacientes. Una vez se tiene el código definitivo, se incluye junto al consentimiento informado en el registro de la Fundación Carreras.

Esta entidad, que gestiona el registro desde 1991, ha permitido que más de 6.000 personas de todo el mundo se hayan sometido a un trasplante gracias al trabajo que realizan. Ellos son los encargados de buscar pacientes compatibles. Primero, por operatividad, se hace a nivel nacional y, después, internacional. Si se dan varios posibles donantes para un mismo paciente, se buscan criterios de similitud como edad, peso o talla.

La necesidad de lograr más donantes es vital si tenemos en cuenta que cada año 5.000 personas son diagnosticadas de leucemia en España. Muchas necesitarán un trasplante de médula ósea para superar la enfermedad y, según los datos del Banco de Médula Ósea de Málaga, sólo uno de cada 4.000 donantes incluidos en el registro llegará hasta el final del proceso. Cuando los astros se alinean, y lo hacen gracias al empeño de quienes luchan por esa causa, no deben pasar menos de 15 días hasta una valoración. Entonces, se hace una analítica más exhaustiva para hallar más antígenos. «La mayoría- lamenta el responsable- no será luego compatible». La cifra es, de momento, reducida: sólo el 15% de los donantes lo hará. Un porcentaje nada desdeñable si tenemos en cuenta que en el mundo hay 25 millones de donantes. El reto de Ráez, por tanto, no es descabellado: cuantos más haya, más grande será el porcentaje de donaciones reales y el porcentaje de pacientes en espera no sólo se reducirá: se curará.