Hace más de 16 años que Salvador Moreno, con la ayuda de su familia, cada otoño empieza un minucioso trabajo a escala para recrear el Belén, que hace en el recibidor de su casa. Todo está hecho a mano pero lo realmente sorprendente es que este vecino malagueño tiene 86 años.

La afición la heredó de su familia, «desde que yo recuerdo lo hacían mis padres». Cuando tenía seis años estalló la Guerra, fue lo único que pudo interrumpir esta tradición.

El Belén, como dice Salvador, incluye el conocimiento de varios oficios como la carpintería o la fontanería. La iluminación de la escena es cíclica, simula el día y la noche. Además, las bombillas que iluminan las casas y los comercios están estratégicamente colocadas para que no podamos verlas. Salvador controla más los anacronismos que algunos directores de Hollywood.

María Victoria Moreno, la mujer del artífice de este Belén, levanta una tela y muestra la estructura de hierro que soporta el montaje y los muebles del recibidor, que quedan ocultos bajo la estampa navideña. Así se puede ver el entramado de cables y el sistema con el que el agua bombea, impulsado por un motor, para llegar al río.

El trabajo de Salvador Moreno empieza en octubre, ya que cada año vuelve a fabricar los elementos del Belén y cambia la distribución de los elementos. Aunque su labor realmente dura mucho más ya que, cuando termina, empieza a idear cómo lo hará el próximo año. La asociación pro tradiciones malagueñas La Coracha cada año reconoce la dedicación de esta familia con un premio que alaba la implicación y la conservación de esta costumbre navideña. La esencia de estas fechas se respira en la casa de los Moreno.