Los turistas japoneses o británicos más desorientados pueden pensar en la mitología irlandesa cuando les hablan del famoso duende del flamenco. El joven artista ubetense Damián Martínez quizás les saque de dudas gracias a la exposición Los caminos del flamenco, que hasta el próximo día 14 puede verse en el Ateneo.

Se trata de una colección de cerca de treinta retratos de grandes artistas del cante, el baile y el toque, de enorme realismo, que han salido de las manos de este pintor y licenciado en Bellas Artes de 26 años, que ha bebido el arte desde pequeño. «Aprendí a pintar de mi padre, que ha sido profesor en el Safa de Úbeda. Recuerdo que cuando era chico se ponía a pintar y a dibujar y a mí me resultaba muy curioso».

Y no sólo aprendió de los ratos libres que su padre sacaba del colegio sino también de los libros de arte de casa. «Mi triada es Velázquez, para mí el primero por su técnica tan depurada; luego está Goya, por la imaginación que tiene y el tercero es Picasso, por su originalidad y valentía», destaca.

En todo caso, Damián Martínez, se considera un gran amante del barroco, algo que, subraya, se puede ver en la expresividad de sus retratos de grandes artistas, desde Camarón a Paco de Lucía, pasando por la Niña de los Peines o Fosforito. «Es que el barroco, que me encanta, es expresividad pura. Velázquez es un poco más calmado pero ahí están Rubens o Caravaggio y el flamenco es como una expresividad del barroco, una especie de barroco contemporáneo».

La paradoja es que, como destaca, hace seis años no sabía nada de este arte». Sólo me gustaban Lola y Manuel y La leyenda del tiempo, me atraía mucho más el rock, hasta que un amigo me recomendó el Omega de Enrique Morente, porque emplea mucha guitarra eléctrica...». Y entonces todo cambió, porque el ubetense fue escuchando cada vez más flamenco, sobre todo gracias a los vídeos de internet «y cogiendo migajillas de todos lados», hasta conseguir aprehender este arte.

En todo caso, precisa: «No me considero un entendido, sí un buen aficionado, porque me gusta escuchar hasta lo que no me gusta, para intentar asimilarlo».

Una de las piezas más llamativas de la exposición es Altar flamenco, una alegoría con la que ha querido explicar la clasificación de los palos del flamenco. «Cuando veía los documentales de Rito y geografía del cante siempre te intentaban explicar la clasificación de los palos del flamenco, de dónde venían, por qué tenían esa métrica, entonces me dije que yo era pintor y podía explicarlo visualmente, a través de alegorías». Como curiosidad, entre los modelos del cuadro están varios amigos del artista y su madre.

Con Fosforito

Precisamente en la inauguración de la exposición, a mediados de diciembre, pudo hablar con uno de los cantaores que ha plasmado en su serie, con Fosforito, a quien ha representado con la prestigiosa Llave de Oro del Cante. «Me dijo que le había gustado el cuadro. Es la única Llave del Cante viva que nos queda, por eso en la cena que hubo después, más que cena fue un interrogatorio, la curiosidad me podía a las ganas de comer», ríe.

Después de dos años centrado en el flamenco, no descarta seguir profundizando en él, aunque apunta que «la gracia está en hacer algo que no se haya hecho antes». Damián Martínez prepara oposiciones a profesor de Secundaria aunque su sueño es poder vivir algún día de la pintura.