El autor transita por las calles de París empuñando un arma. La ciudad está en ebullición y no por las altas temperaturas del pegajoso verano. Hace varios días que lo único que corta el aire son las balas que han causado más de 2.000 muertos. París está en manos de los rebeldes y el Rey ha huido. Ahí está esa canción que se entona en las calles y desde lo alto de los balcones. La Marsellesa es algo más que el himno de una nación. Es el paradigma del cante a la libertad.

A día de hoy, mantiene la misma carga explosiva que en 1830. Quizá fue la misma, que todavía persiste en el país, la que conquistó a Francisco de la Torre cuando se enamoró de Francia durante una estancia prolongada en el país vecino en los años 60, y que le sirvió al alcalde para ampliar sus estudios universitarios. «Estuve durante un año y medio en la Bretaña y aprendí a apreciar mucho a la cultura francesa», recuerda el primer edil. Que la misma melodia siga emergiendo siempre cuando una sociedad se encuentre con el estado de ánimo convulso, recuerda que la cumbre bilateral entre España y Francia del próximo 20 de febrero en Málaga se celebrará en un clima de extrema incertidumbre. Brexit, eurofobia o el inicio de la era Trump serán algunos de los puntos a discutir entre Mariano Rajoy y Françoise Hollande.

El sol resbalando por la cristalera del Pompidou recuerda a diario que la elección de Málaga como ciudad anfitriona no ha sido casual. Los vínculos establecidos con el país galo trascienden a la figura de Pablo Picasso.

Cada vez hay más turistas franceses que desean visitar a Málaga. Las exportaciones han alcanzdo cifras nunca vistas y el número de residentes franceses se mantiene estable en los últimos años. La relación comercial entre la provincia de Málaga y Francia también se encuentra al alza. En cifras, el valor de las exportaciones al país vecino han superado en 2016 los 344 millones de euros. Unos volumenes de negocio que, a falta de contabilizar el mes de diciembre, ya superan ampliamente los 305 millones del pasado 2015. Así lo reflejan los últimos datos aportados por la Agencia Andaluza de Promoción Exterior., Un crecimiento del 23,1% que también se ve reflejado en el otro sentido. Aunque Málaga exporta más de lo que importa de Francia, las mercancías que han llegado del país galo a la provincia también van en aumento. En total, se han importado mercancías en 2016 por más de 133.000 millones de euros. Un incremento del 4,2% en comparación con el año 2015.

En la historia entre España y Francia hay otra exportación malagueña, seguramente la principal, que no se puede contabilizar. La genialidad no se mide en números, pero la mayor estampa malagueña dejada sobre suelo francés es la huella de Pablo Picasso. Un pintor único, símbolo de victoria sobre la vejez y la muerte, al que el país galo ha hecho suyo. Sin su imborrable ADN malagueño, quién sabe, si los responsables del Pompidou hubieran optado por Málaga para abrir su primera sede fuera de Francia. Una apertura que ha servido, a su vez, para acercar las relaciones institucionales como confirma el el presidente de la Diputación, Elías Bendodo. Queda la duda sobre si el museo seguirá en la capital, una vez cumplidos los cinco años de estancia que se fijaron en el contrato inicial.

A nivel turístico, la importancia de Francia también es notoria. Según los últimos datos facilitados por el Ayuntamiento, en 2016, se alojaron en los hoteles de Málaga 55.251 turistas de Francia, un 8,96% más que en 2015.

Estos números convierten al país galo en el tercer emisor de turistas detrás del Reino Unido y Alemania. A pesar de las conexiones diarias y el buen clima, De la Torre sí destaca el efecto Pompidou: «No cabe duda de que Málaga es ahora más conocida en Francia que antes del Pompidou». «L´art pour l´art», decía Picasso. El arte ejerció como vehículo para unos lazos que ahora van más allá del propio arte.