Muchos kilómetros son los que separan a cientos de niños saharauis de nuestro territorio. La Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui hace posible cada año que esa distancia desaparezca y que algunos puedan disfrutar por pocos meses de la vida en España. Desde el 29 de junio, 16 niños saharauis llegaron a la ciudad para disfrutar, junto a sus familias de acogida hasta finales de agosto, de unos meses de tranquilidad en los que olvidar la situación de su país.

Como cada año, el alcalde, Francisco de la Torre, ha dado la bienvenida a estos jóvenes, deseándoles que su estancia sea placentera y destacando que este tipo de proyectos sigan adelante y cojan fuerza para seguir ayudando a estos niños, y en general, al pueblo saharaui.

Los padres de acogida tienen que pasar por un proceso de tres meses para realizar todo el papeleo y pagar una cuota, así como pasar unas pruebas que demuestren que no tienen antecedentes penales, así, la asociación se asegura que las familias de acogida tienen una situación estable y el niño estará en buenas manos."Este año muchos niños no han podido venir porque no había suficientes familias de acogida. No hay mucha gente que conozca el proceso y otros muchos, piensan que es mucho más complicado. Hace falta más divulgación para que todo el mundo lo conozca", afirma José, uno de los padres de acogida.

El choque cultural es palpable, pero en cuestión de días, el idioma deja de ser un problema para los jóvenes. "Al llegar ya están bastante integrados, aprenden muy rápido el idioma y se relacionan muy fácilmente con el resto de chicos", explica José. "El mar, las piscinas y la fruta fresca, son las cosas que más llaman su atención", explica Silvia, otra de las madres de acogida. Ella y su marido acogen por primera vez este año a uno de estos niños, y explican que los jóvenes "no prestan ninguna atención a lo material, ni móviles, ni consolas. Prefieren disfrutar del entorno jugando con otros niños".

Para muchos, esta no es su primera visita a Málaga, como es el caso de Tumana que lleva cuatro años viniendo a España y éste, será el último, ya que a partir de los catorce años, los jóvenes ya no pueden venir. "No puedo venir el año que viene, pero estaré en contacto con mi familia de acogida. Cuando estoy en mi país hablamos cada domingo por teléfono", explica la joven y es que al igual que ella, el resto de jóvenes se mantienen en contacto durante el año con sus familias. "Nos mandamos vídeos, fotos y hablamos siempre que podemos", afirman los chicos.

Desde 2012, existe un proyecto de cooperación entre la Asociación Amigos del Pueblo Saharaui y el Ayuntamiento que permite que se realicen proyectos como el "traslado de agua a través de un camión cisterna o un un proyecto nutricional que permite ofrecer un desayuno en las escuelas a los niños del Sahara Occidental", ha explicado Isabel González, presidenta de la asociación, que además destaca que la situación de estos jóvenes "es muy dura" y es necesario que no solo se les acoja, sino que "es necesario apoyar al pueblo saharaui para cambiar la situación de su país". "Que vengan, es pan para hoy y hambre para mañana", explica, ya que los jóvenes aquí pueden conocer otra forma de vida, pero siempre regresan y allí, es donde está el verdadero problema.

El pueblo saharaui lleva muchos años a la espera de que su situación se estabilice y este tipo de proyectos hacen que los más pequeños, durante unos días al año, puedan olvidar los problemas que acontecen en su país, aprovechando aquellas pequeñas cosas que sólo un niño sabe disfrutar.