En pleno centro de Málaga, en un espacio a la expectativa de ser devorado por el avance inversor de la destrucción inmobiliaria creativa, camuflado de turismo cultural, se encuentra el edificio de lo que en otro tiempo fueron los cines Astoria-Victoria. A la hora de dar respuesta sobre qué hacer con este espacio, el concurso de ideas del pasado año dejó una vez más a la ciudadanía al margen y a merced de discutibles estrategias económicas y metodologías tecnocráticas que prevalecen sobre las necesidades de la ciudad. Ya casi se cumple un año desde su convocatoria, quedando como testigos algunos paneles sin arrancar en las paredes del edificio y las recientes noticias sobre revisiones del concurso, qué inversores pujaran finalmente por la parcela y el fracaso de proyectos similares y muy cercanos. Aprovechamos para hacer reflexión de este concurso y sus consecuencias.

Podemos resumir los aspectos críticos sobre el proceso llevado hasta el momento en este entorno en seis puntos: 1) Tomar decisiones importantes sobre el futuro de la ciudad obviando la participación de la ciudadanía es injusto y favorece la desigualdad ante procesos urbanos que afectan directamente a su forma de vida. 2) Seguir alimentando dichos procesos y olvidarse de quienes los sufren supone condenarlos a su expulsión. 3) Aventurar ante un escenario de incertidumbre estudios de viabilidad económicos-financieros es bastante inútil; más aún cuando se propone como criterio discriminante principal de selección, por encima de las dimensiones social y ambiental, ignorando igualmente las externalidades positivas y negativas no cuantificables monetariamente, como es el capital social. 4) Resolver esta pieza urbana (especialmente en lo relativo a sus usos) con independencia de lo que se plantee para los demás problemas urbanos en su entorno próximo, no es pertinente. 5) Desarrollar proyecciones arquitectónicas sin conocer la importancia de los restos arqueológicos del sustrato -aún en fase de excavación- y sin decidir qué tratamiento les conviene, resulta sumamente imprudente. 6) Destinar a uso exclusivamente turístico el ámbito de actuación sin tener en cuenta los efectos que sobre el tejido social de la zona y su entorno próximo generarán las intervenciones propuestas (por el Turismo «no vale todo»), carece de lógica.

Más que resolver un objeto finalista creemos que es prioritario lanzar un proceso de escucha, información y propuesta ciudadana. Durante la fase de concurso, priorizamos el contacto directo y la colaboración con ciudadanía, asociaciones, colectivos y otros agentes urbanos, y la desarrollamos tanto como fue posible. Sentían que esta actuación era una oportunidad para remediar carencias de sus barrios (como equipamientos y comercios de proximidad, estos últimos desapareciendo rápidamente). Pero también temían que acelerase la reconversión urbana en curso (más gentrificación y turistificación). La escasa sensibilidad de las instituciones hacia su cada vez más precaria situación ha reforzado su pesimismo. Aun así no se han resignado.

Hemos seguido una transformación urbana que está despoblando el Centro Histórico y los barrios aledaños del norte. Se despliega de acuerdo con una lógica implacable y ya bien conocida, que recientemente ha encontrado su perversa conclusión en la propuesta de un Centro Histórico de Málaga no apto para residentes, tan sólo mera escenografía urbana para pseudo-habitantes. Urge que respondamos a todo lo que representa, ¿ciudad con o sin ciudadanía?

Éste ha sido siempre un espacio complejo al borde de la ciudad, territorio de confluencias e intercambios. Ahora un campo de fuerzas en creciente conflicto que se actualizan en numerosos problemas que no pueden resolverse aisladamente pues se influyen mutuamente. Esto afecta aún más a la pieza Astoria-Victoria. Nos encontramos con un extenso espacio urbano que requiere un planteamiento conjunto. Pero ante todo una rigurosa evaluación del modelo de ciudad que subyace a la actual dinámica y a su gestión municipal. Se trata de no repetir errores como el largo proceso tecnocrático que comenzó cuando los cines cerraron, que contó sólo con la opinión de los agentes económicos. Y que ahora parece prolongarse añadiendo confusión e incertidumbre.

Los habitantes actuales y futuros de la ciudad deben ser reconocidos como las y los protagonistas de las decisiones sobre aspectos cruciales para la calidad de su forma de vida. Entendemos que estamos ante la oportunidad de componer dos activos de gran importancia: la propia manzana, patrimonio público, y la ciudadanía, agente de las decisiones y actuaciones, que se convierte en la principal fuerza impulsora de la calidad del espacio urbano en la medida que lo habita.

La idea que lanzamos, es aplicable a otros espacios de la ciudad y se fundamenta en la puesta en marcha de un proceso participativo integral que permita decidir de un modo democrático qué conviene hacer en la manzana Astoria-Victoria y su entorno. Tan sólo consiste en aplicar los principios actualmente asumidos en los proyectos europeos, co-diseño, co-desarrollo y co-implementación donde es protagonista la ciudadanía, pero que se olvidan sistemáticamente cuando se aplica a un espacio especulativamente atractivo.

En el plano económico se pueden articular varios temas fundamentales. 1) Desvincular el proceso de creación de una estructura o espacio de uso público respecto un plan para atraer inversiones privadas a las que se cede el espacio de titularidad pública. Repetimos: la economía es importante pero no es el factor principal. 2) Estructurar el proceso como un innovador proyecto de inversión, investigación técnica y ciudadana que pueda atraer inversiones de Fondos Europeos destinados a ese tipo de proyectos. 3) Poner énfasis en las potencialidades socioeconómicas de la población que habita el entorno, así como en las variables de calidad del espacio urbano y entorno ambiental que no suelen considerarse en los estudios financieros para la inversión privada y acordar, proyectar y poner en acción procesos que incidan en la mejora de estas variables. 4) Consensuar un proyecto que permita hacer diagnósticos y seguimientos participativos de esas mismas variables, ya sean de carácter cuantitativo, cualitativo o implicativo. 5) Utilizar procedimientos abiertos y transparentes para el colectivo común en cuanto el seguimiento de las inversiones y retornos de las actuaciones que se proyectan, permitiendo un proceso de retroalimentación de todo el proyecto.

Las intervenciones sobre la ciudad son colectivas y compartidas, y se construyen mediante aportaciones de diverso objetivo, escala y duración. Pero todas suman. Reivindicamos todas las propuestas ya realizadas en ese entorno, entendiendo cada aportación como base para las siguientes. Es un modo de hacer democrático en ésta y otras intervenciones urbanas, avalado por teorías sociourbanas, metodologías participativas y experiencias en ciudades de nuestro entorno cultural, desde hace ya más de 50 años, y que incide en la configuración de nuestro hábitat: el control de los procesos, la toma de decisiones comunes y el modelo de vida de los habitantes.

Firmado por: Yolanda Romero (Dra. Turismo), Eduardo Serrano (Dr. Arquitecto), Fernando Ramos (Arquitecto); José María Romero (Dr. Arquitecto); Juan Antonio Gómez (Economista); Sabina Habegger (Dra. en Pedagogía), Rubén Mora (Arquitecto), Enrique Navarro (Dr. Geógrafo); Antonia Lorenzo (Consultora de proyectos europeos), Marta Lomas (Dra. Arquitecta)

El documento de la propuesta completa puede consultarse en este enlace:

https://rizomafundacion.files.wordpress.com/2017/06/astoria-colectiva_para-circular_r01.pdf

El presente artículo se enmarca en las investigaciones del proyecto I+D titulado «Crisis y reestructuración de los espacios turísticos del litoral español» (CSO2015-64468-P) del Ministerio de Economía y Competitividad (MINECO)