El convento de San Andrés, santo y seña del barrio del Perchel y ubicado a espaldas de la iglesia del Carmen, comienza ya a mostrar su renovada cara, después de décadas de abandono. El alcalde, Francisco de la Torre, y el subdelegado del Gobierno, Miguel Briones, acompañados de concejales de la corporación y diputados y senadores, han visitado la primera fase de las obras, prácticamente ya concluidas, y que han supuesto un importante esfuerzo para recuperar un emplazamiento clave que data del siglo XVI y en el que los héroes liberales ajusticiados en la playas de San Andrés, en 1831, pasaron su última noche.

En esta primera fase, se ha recuperado el refectorium del antiguo convento de San Andrés, donde estuvo encarcelado el general Torrijos, espacio que se dedicará a exposiciones del área de Cultura, que a su vez cooperará con la Asociación Torrijos para dedicar buena parte del inmueble a un centro de interpretación histórico dedicado a la memoria del héroe liberal. Cuenta con una superficie de 238,20 metros cuadrados formados por una sala abovedada, vestíbulos y aseos.

También se ha renovado un edificio existente de planta baja más dos plantas para la Fundación del Carnaval (286,95 metros cuadrados), además de recuperar una plaza para el espacio urbano de 250 metros cuadrados, un ágora que se llamará plaza de la Libertad en honor a Torrijos y al espíritu libertario de la fiesta de Don Carnal.

El presupuesto total de la primera fase ha sido de 1,14 millones de euros, 658.726 aportados por Fomento con cargo al 1,5% Cultural y el resto, 484.442 euros los ha sufragado el Ayuntamiento. La primera fase ha sido elaborada por José Ramón Cruz del Campo y ejecutada por Hermanos Campano. Se han reconstruido los muros y cubiertas con técnicas antiguas con la idea de que el convento, que creció poco a poco entre los siglos XVI y XVIII y que decayó por poco antes de la mitad del XIX tras ser desamortizado, se parezca lo más posible a lo que pudo ser su estado primigenio. La referencia es la iglesia del Carmen, que estaba unida al espacio conventual.

Eso sí, queda una segunda fase, que impulsa también el Consistorio, de forma que se recuperará el resto del conjunto histórico y el patio del inmueble. En el nuevo edificio se ubicarán la biblioteca Jorge Guillén (775 metros cuadrados), la cofradía del Carmen (453,9 metros cuadrados), un salón de actos (250 metros cuadrados) así como otras salas, dependencias de usos comunes y un patio. La superficie total será de 2.335 metros cuadrados. En esta fase, que el alcalde cree que podría estar concluida en un año y medio, se invertirán 3,2 millones de euros, de forma que el Gobierno sufragará casi dos millones de euros y el Consistorio, 1,3 millones. La redacción del proyecto ha sido adjudicada al arquitecto Demófilo Peláez, ya se han elaborado el proyecto básico y de ejecución, y se ha dado traslado a la Delegación Provincial de Cultura para que dé su visto bueno.

El convento es de titularidad municipal y tiene especial relevancia. Formaba un todo con la iglesia del Carmen y se encuentra al sur del Perchel, barrio que quedó dividido en dos tras la transformación urbana que supuso la apertura de la Prolongación de la Alameda. Es uno de los primeros ensanches extramuros de la ciudad, que estaba necesitada de expansión a causa del crecimiento de población en el siglo XVI.

Fueron los carmelitas descalzos quienes levantaron este convento en el siglo XVI en El Perchel, un barrio de pescadores que acogió a Fray Gabriel de la Concepción, el cual en 1584 fundó el edificio con el permiso del corregidor Diego Ordóñez de Lara y del obispo Francisco Pacheco de Córdoba.

En sus inicios, fue convento de clausura y pasó a ser luego hospital, enfermería e incluso cuartel. Con la desamortización de Mendizábal, se vendieron las diferentes estancias del convento. Precisamente los diferentes usos que han tenido cada una de las estancias que componían el convento, han condicionado su estado de conservación. De hecho, apenas se conservan piezas, decoraciones o elementos de la vida conventual.

Sus muros encierran historias como el fusilamiento del general Torrijos y sus 49 compañeros, que fueron retenidos en el refectorium del convento y fusilados a la mañana siguiente en las playas de la Misericordia por orden de Fernando VII. Tanto la iglesia como el convento son Bienes de Interés Cultural y están incluidos en el ámbito del yacimiento número 75 del Catálogo de Zonas de Protección Arqueológica.