Los vecinos de la calle Ventaja Alta, en la subida a Gibralfaro, tienen muy presente la reciente muerte de un niño de cuatro años en el Parque del Retiro de Madrid, cuando le cayó encima un pino.

Todas sus miradas están puestas en un pino de unos veinte años, que, por haber crecido en una estrecha lengua de tierra, asomado a la calle Ventaja Alta, está rompiendo un murete de sujeción que le levantó un vecino hace años.

«Hace unos cinco años ya se cayó una rama y cortó el tráfico. Teresa Porras y Manuel Salazar, entonces en Parques y Jardines, lo arreglaron», recuerda Guadalupe Rodríguez, secretaria de la Asociación de Vecinos Ventaja Alta. Se da la circunstancia de que en esta misma lengua de tierra el Ayuntamiento ya retiró dos pinos por petición de un vecino.

«Está en un terreno muy pequeño y aquí suele hacer mucho viento», recuerda Guadalupe Rodríguez

Pero además de que las grietas puedan anunciar un problema mayor, los vecinos tienen que soportar todos los años sus nidos de procesionarias. Como recuerda Macarena Gregorio, que vive frente al árbol, durante dos meses ha estado llamando a Parques y Jardines para que los eliminen.

Al final, el Ayuntamiento retiró la semana pasada dos de ellos, aunque seguían quedando más en las ramas. «Dijeron que los nidos estaban vacíos», comenta Macarena Gregorio, que como todos los años ha tenido procesionarias en su patio, el mismo en el que juegan sus niños pequeños. «Tengo que matarlas en casa y me sale urticaria», critica.

Esta vecina lamenta que el pino no reciba un mantenimiento mínimo anual por parte del Ayuntamiento y que nunca lo hayan podado. «Si esto lo cuidaran, lo podaran, pues estaría estupendo porque es una maravilla de pino, pero está descontrolado y es un peligro. Está en un sitio muy pequeño y se ha desmadrado», subraya.

José Vinoso, que vive un poco más alejado del árbol, llama la atención sobre las rajas del murete. «Lo malo es que caiga en casa de cualquier vecino», alerta. Tampoco este año, pese a que está a unos cien metros del ejemplar, se ha librado de sus procesionarias: las orugas han llegado hasta instalarse debajo de una teja de su casa.

«La solución es que lo fumiguen o que lo quiten», cree Mari Carmen Fernández, otra vecina.

Para la secretaria vecinal, lo más prudente es quitar el pino y otro que hay detrás, con poca tierra para desarrollarse. «En su lugar se ponen pacíficos de varios colores y queda un seto precioso», señala.

Macarena Gregorio pide que acuda un técnico municipal, «y diga si se va a mover o va a caer delante de un niño».

El director de Parques y Jardines, Javier Gutiérrez del Álamo, informó ayer a La Opinión de que los nidos de procesionaria del pino están vacíos y que, siguiendo el plan de prevención de incendios forestales, el Ayuntamiento tenía previsto retirarlo, «porque está muy pegado a las viviendas». Pero la oposición de una vecina ha hecho que Parques y Jardines esté viendo con el distrito «cómo actuar, porque la propuesta que nos hacían era desmocharlo y para eso, mejor quitarlo».