Subir a una embarcación náutica y dar un paseo por la costa malagueña tiene como denominador común, en muchos puntos del litoral, una sola estampa. Aquella que contiene los altos bloques erigidos a partir de los años 70 en varias localidades de la Costa del Sol. Si la ruta se emprende desde la capital hacia el oeste, en todos es similar: hoteles y altos edificios de apartamentos en primera línea de playa inundan el paisaje tierra adentro. Pero es desde La Cala de Mijas hasta Marbella, donde esa postal turística difiere del desarrollo vertical y de hormigón que presenta gran parte de la costa malacitana.

Ahora, esa bella y singular vista de Marbella desde el mar, la que le confieren las promociones de casas de no más de cinco plantas y de estética adaptada a los tipismos arquitectónicos andaluces podría verse amenazada. Y es que el equipo de gobierno del Ayuntamiento de la localidad ha planteado una modificación de elementos de su Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) para posibilitar la construcción de edificios de hasta 150 metros sobre el nivel del mar.

Aunque dicha modificación aún está en fase inicial y podría no prosperar, lo cierto es que la sola posibilidad de que pudieran levantarse rascacielos sobre el bajo skyline de Marbella, ha despertado un intenso debate entre los colectivos y ciudadanos de la ciudad, que incluso ha desembocado en una plataforma contra los llamados edificios singulares en altura.

Toda Marbella se encuentra sumida, de hecho, en un debate de altura. Tanto, que la decisión final sobre si se van a erigir estas edificaciones o no la va a tener un órgano de representación ciudadana, el Consejo Social de la ciudad.

Aprobación inicial

El pasado mes de noviembre el ejecutivo que dirige Ángeles Muñoz llevó a pleno esta propuesta de modificación que, como recuerda el concejal de Urbanismo en la institución, Pablo Moro, permitiría la construcción de hasta cinco rascacielos en tres puntos de la ciudad. Guadaiza, El Realejo y Carretera de Istán.

Todos ellos estarían dedicados, según el edil, a uso residencial y estarían sujetas a varias condiciones impuestas por la administración municipal.

«Que sea un edificio singular quiere decir que no todo vale. Tiene que aportar algo a la ciudad. Por eso, aunque hemos constatado por parte de varios empresarios que hay un interés de hacer este tipo de construcciones, será siempre el Ayuntamiento quien delimite las líneas que no ha de traspasar para no hacer de Marbella otro Benidorm. Creemos que puede ser una manera de reactivar la economía local. Pero si la mayoría de la ciudadanía cree que no es conveniente, lo dejaremos sin ningún complejo. No iremos en contra de la mayoría», explicó el responsable local de Urbanismo.

Ciertamente, el interés empresarial existe. Al menos, públicamente se conoce el del promotor marbellí, Pedro Rodríguez. Su empresa, Sierra Blanca Estates, ha encargado al arquitecto catalán, Ricardo Bofill, el diseño de un rascacielos de 115 metros de altura y de 30 plantas destinadas a uso residencial de lujo.

«Estoy absolutamente convencido de que sería un revulsivo para Marbella. Es lo que necesita. Entre otras cosas, porque es lo que demandan muchos inversores y agentes inmobiliarios con los que me he reunido durante los últimos años y que piden edificaciones novedosas, de calidad y en vertical. He llegado a recibir más de 500 personas demandando algo similar a lo que estamos proyectando. No tengo ningún inconveniente en exponerlo a todos los vecinos y colectivos sociales y profesionales que así lo requieran», afirma Rodríguez.

Reacciones

Sin embargo, no lo ven de la misma forma los sectores ciudadanos y profesionales a los que hace referencia el prestigioso promotor marbellí. Así por ejemplo, el presidente de la Asociación Nacional de Urbanizadores y Turismo Residencial, Ricardo Arranz, explica que una importante mayoría de sus colegas de profesión a nivel español y andaluz se han mostrado «absolutamente contrarios» a la posibilidad de que se erijan edificios de estas características en la localidad costasoleña.

«Yo considero que hay terrenos suficientes en Marbella y sus localidades colindantes como para continuar desarrollando el actual modelo urbanizador, de casas de no más de cuatro o cinco plantas durante los próximos 30 ó 40 años sin necesidad de hacer edificios verticales», comenta.

Arranz va más allá y asegura que el debate sobre los rascacielos se ha trasladado a lugares como Madrid. Allí residen una importante parte de las miles de personas que tienen su segunda residencia en Marbella, y por ello, éstos se muestran muy interesados en conocer todo lo que concierne a este asunto.

«Según he podido comprobar, la inmensa mayoría de éstos están muy preocupados y se oponen a que hayan rascacielos en Marbella. Ellos vienen aquí atraídos por algo que es exclusivo de Marbella. Un urbanismo de edificios no muy grandes y que se integran perfectamente en el paisaje particular de la zona», sostiene.

Otro representante de la sociedad marbellí, el presidente del Centro de Iniciativas Turísticas de Marbella (CIT), Juan José González, también se muestra contrario a que hayan rascacielos en la localidad.

«Parece que todos coincidimos en que las grandes alturas no tienen cabida en nuestro municipio. Abogamos por trabajar todos los sectores de la sociedad marbellí en la elaboración de un plan que debe ayudarnos como ciudad a avanzar en el recorrido y modernización que tiene nuestro modelo de ciudad-jardín», afirma.

Por su parte, el presidente de la Asociación de Residentes Extranjeros de la Costa de Sol asegura estar dividido en cuanto a los planes del ejecutivo municipal. Por un lado, considera rechaza el modelo disperso de edificaciones de altura que propone el ejecutivo de Muñoz, pero reconoce que existe un interés creciente de los residentes forasteros en invertir en este tipo de construcciones.

«El modelo de Villarroel o Banús ya no es entendido a muchos de los que vienen buscando una casa a Marbella. Buscan un apartamento con vistas al mar y con la domótica más moderna del mercado. Habría que ir pensando en hacer una regulación seria para dar cabida a estos edificios, pero opino personalmente, que deberían ubicarse en una zona concreta todos ellos, no salpicados, como ha planteado el Ayuntamiento», dice.

Plataforma

El debate por el asunto de los rascacielos ha estado también muy presente en las redes sociales durante estos días. Fruto del mismo, el pasado viernes nació la plataforma «Marbella contra los rascacielos».

Se trata de un grupo ciudadano que aglutina vecinos y distintos sectores profesionales del municipio, como abogados, arquitectos, urbanizadores, entre otros, para hacer visible el rechazo de éstos al proyecto que quiere emprender el ejecutivo de Ángeles Muñoz.

«Queremos abrir a la ciudadanía nuestros planteamientos contrarios a este proyecto, que pensamos que no beneficiará a la ciudad. Nuestro objetivo es revocar el acuerdo plenario que aprobó de forma inicial la modificación de elementos del PGOU que permite que Marbella pueda tener rascacielos», comenta la arquitecta local, Carola Herrero, que además es una de las portavoces de este colectivo ciudadano.

Está previsto, según la representante, que la plataforma inicie sus acciones el próximo mes de enero, cuando aprueben en una reunión las primeras acciones.

Las condiciones

150 metros sobre el nivel del mar

No podrían superar. Tampoco podrán erigirse a menos de un kilómetro de la costa.

Uso plurifamiliar

Las zonas donde se asienten tendrán que tener calificación urbanística de suelo plurifamiliar.

No se puede ampliar

Quedaría prohibido aumentar «un sólo metro» la edificabilidad establecida en el PGOU

Nunca por debajo del 40%

El promotor de un rascacielos estará obligado a ceder no menos del 40% del terreno al municipio para crear zonas

El 10% para espacios comerciales

El Ayuntamiento cree que tanto la construcción de los rascacielos así como la puesta en marcha en ellos de zonas comerciales ayudarán a reactivar la economía marbellí.