La dirección del Conservatorio de Antequera y los padres de los más de 200 alumnos que se forman en este espacio denuncian el estado de deterioro que sufre el inmueble. La directora, María Teresa Moreno, aseguró que ya son varios los desalojos que han sufrido en este tiempo. «Derrumbes, inundaciones o problemas con los fusibles a los que se une la falta de espacio para dar las clases o la inexistencia de una sala para audiciones», añadió la responsable quien explicó que ya no sabe a dónde acudir para paliar esta situación.

El Conservatorio de la localidad antequerana acoge a niños hasta segundo de enseñanza profesional y las competencias son de la Junta de Andalucía. Aún así, el Ayuntamiento le cedió la antigua Casa de la Cultura de calle Carreteros ante la falta de espacio pero el edificio «es muy antiguo y tiene muchas deficiencias», como ha reconocido en numerosas ocasiones la edil de Cultura, Ana Cebrián, y además costean continuos arreglos de mantenimiento. Precisamente, el Consistorio se ha ofrecido para adaptar el antiguo centro de salud de la zona de Campillo bajo, «pero se ha desestimado la propuesta en la Junta de Andalucía». Cebrián ya reconoció que remodelar el antiguo espacio sanitario es mucho menos costoso que arreglar la actual casa «que prácticamente habría que echarla abajo entera».

Así, el pasado jueves los alumnos tuvieron el fin de curso y gastaron 750 euros en alquilar un piano de cola y trasladarlo todo a la Iglesia de San Zoilo ante la falta de espacio. «Tenemos una sala donde caben 40 personas para las audiciones que se llenan sólo con los padres y la mayoría de pie, ni los alumnos pueden ver a sus compañeros», añadió Moreno que pidió una solución en un conservatorio que crece con los años y que «no podrá seguir haciéndolo sin un espacio adecuado».

De hecho, si el conservatorio contara con un local bien acondicionado la directora aseguró que se podría optar a una categoría más de estudio evitando el traslado a Málaga de los alumnos que quieren seguir su enseñanza, muchos de los cuales, aún siendo menor de edad, cogen el autobus para ir a la capital o deben de ser trasladados por familiares.