­El despertador de Antonio Bravo sonó a las siete de la mañana anunciando el inicio de un largo día de trabajo en la labor olivarera. La jornada se vio truncada al entrar en su finca y percatarse de la rotura de la cadena de entrada. Luego descubrió el suelo impregnado de ramas cortadas. Le robaron, pero esta vez no fueron 10 ó 15 olivos como en otras ocasiones. Cerca de dos hectáreas de olivar, con más de 20.000 kilos de aceitunas fueron saqueadas en una sola noche.

Antonio, a sus 37 años, decidió seguir los pasos de su padre y encargargse de sus tierras de olivar que se encuentran repartidas en seis hectáreas de terreno en Fuente de Piedra. Calculan pérdidas que pueden rondar los 10.000 euros sin contar el mantenimiento del olivar.

Este joven agricultor siente que su padre viva este drama, a sus 68 años, tras llevar toda una vida dedicado a la agricultura. «Esta profesión es muy sacrificada, no sabes lo que son unas vacaciones, trabajando 12 horas al día», lamenta Antonio, que lanza esta pregunta: «¿Qué amparo tenemos nosotros? Cuando encuentran a alguien robando aceitunas no les pasa nada. Esas aceitunas no las vamos a recuperar».

Esta familia de agricultores estima que unas 25 personas pudieron participar en el robo de las aceitunas tras el hallazgo de 25 varas para la recolección del fruto empleadas por los ladrones que asaltaron la finca.

No obstante, el perjuicio no se queda en las pérdidas económicas sino que pasará factura a la productividad de estas tierras a largo plazo. Y es que los 219 olivos que han sido vareados de forma salvaje tendrán una producción menor «porque van corriendo para cogerlas y hacen polvo el árbol», critica Bravo.

El presidente de la Cooperativa olivarera Virgen de las Virtudes de Fuente de Piedra, Juan Ramón Bernal, considera que detrás de este robo puede estar una «banda organizada».

La sustracción de pequeñas cantidades de aceitunas comienza desde que da el pistoletazo de salida la campaña del verdeo a principios de octubre, pero este gran robo es una sorpresa para los agricultores.

El técnico de Asaja Málaga, Carlos Carreira, reitera que esta circunstancia «es la gran lacra del campo» y recomienda la denuncia «porque aunque no se consigan localizar las aceitunas puede que se siga dotando de más medios para vigilar el campo».

No obstante, Carreira insiste en que desde que el equipo Roca de la Guardia Civil vigila el campo malagueño los robos de aceitunas han disminuido, así como los hurtos de cobre o hierro.

Sin embargo, «peinar el campo entero es complicado» -lamenta Carreira- y los robos siguen siendo el lado más oscuro de la agricultura.

En esta línea, el presidente de la Cooperativa San Benito de Campillos, Antonio Guerrero señala que esta época del año es la más propicia para el robo de aceitunas y que a partir de las 15.00 horas, cuando las cuadrillas dan de mano en la recolección de aceitunas, los ladrones saltan al campo.

«Tenemos que estar vigilantes porque este robo no es normal. Una sola persona pueda coger con una vara unos 600 kilogramos de aceitunas», indica Guerrero, quien señala el robo de unos 8.000 kilos de olivas a dos agricultores de esta zona.

Así, el gerente de la cooperativa de Sierra de Yeguas, Ceferino Ruz, añade el robo de 60 olivos a un agricultor de este municipio en las últimas semanas y lamenta el daño que con este tipo de robos se ocasiona en el árbol que tarda en recuperarse unos tres años.

Asimismo, en el término municipal de Teba también han tenido lugar en lo que va de campaña unos tres robos de aceitunas de unos 1.500 kilos.

Algunos agricultores para evitar males mayores suman a la vigilancia de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado seguridad privada. Municipios como Mollina o Alameda cuentan con este sistema, en esta última localidad la cooperativa La Purísima Concepción suele gastar anualmente unos 45.000 euros.

Los olivareros de Archidona son pioneros en la incorporación de la vigilancia privada en su término municipal, en concreto desde hace más de un lustro. Eso no impide que los ladrones se cuelen por los rincones más ocultos para quedarse con el producto del duro trabajo de los agricultores.

Pero no solo de aceitunas viven los ladrones del campo. También máquinas vibradoras y peines. En lo que va de campaña se han robado en Fuente de Piedra y Humilladero seis máquinas de este tipo, a las que se suman otra tantas en Campillos. Un perjuicio importante para el agricultor, ya que cada aparato supera los 1.000 euros.

Dcoop, el mayor productor mundial de aceite de oliva, insiste en la necesidad de seguir investigando en puntos de venta, tal y como indaga la Guardia Civil, para seguir las huellas de los ladrones.