La economía andaluza ha sufrido la crisis económica con «mayor impacto» que el resto de la economía española y presenta una recuperación «más lenta», según destacan las conclusiones de un Informe de Competividad elaborado por la Universidad Loyola Andalucía, que añade que, en síntesis, la recesión «se encuentra lejos de haberse convertido en una oportunidad aprovechada por la economía andaluza para alterar su estructura productiva, clave para cualquier potencial mejora de su competitividad externa».

El estudio, presentado ayer en el marco del I Foro de Competitividad Empresarial en Andalucía organizado en Antequera por la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA), expone también que Andalucía se encuentra en una situación de «estancamiento de su estructura productiva» y que, en los años de crisis, la reducción de costes laborales llevada a cabo en la región ha sido «más intensa que en prácticamente todas las economías europeas».

El informe, presentado por su director, Manuel Alejandro Cardenete, que preside la Comisión de Estrategias y Responsabilidad de la CEA, detalla que Andalucía ha sufrido una recesión «más profunda» que la vivida en el resto del país, con una caída acumulada del PIB desde inicios de 2008 hasta mitad de 2015 del 6,1%, frente al 4% del conjunto de la economía española. La contracción llegó a marcar un punto álgido del 10,2% en el primer trimestre del 2013, un pico que en la media nacional fue del 8%. En ambos casos, la comparación con la UE-28 evidencia una «amplia brecha». Y es que en el punto álgido de la contracción (segundo trimestre de 2009) la caída del PIB comunitario llegó sólo al 5,6%. La recuperación producida desde entonces ha permitido superar ya en Europa, a mediados de 2015, los niveles productivos máximos de principios de 2008.

Hay también sensibles diferencias en los niveles de desempleo. En el punto álgido de la crisis, la tasa media de paro de la UE-28 apenas se incrementó en cuatro puntos porcentuales (del 7% del primer trimestre de 2008 al 11,3% del primer trimestre de 2013). En contraste, las tasas de paro de las economías andaluza y española prácticamente se triplicaron, alcanzando máximos del 36% a nivel regional y del 26% a nivel nacional. «De este modo, la brecha existente con las tasas de desempleo europeo se ha hecho abismal», apunta el estudio.

También se destaca que la caída de la producción industrial acumulada desde 2007 a 2014 ha sido en Andalucía «significativamente más alta» (36,9%) que en el conjunto de España (24,9%), sin que a mitad de 2015 pudiera hablarse todavía de recuperación. «Si nos centramos en lo ocurrido durante los últimos años, la industria andaluza ha seguido perdiendo posiciones respecto a la española», apunta.

Las conclusiones del informe afirman que la reducción de costes laborales ha permitido en Andalucía «cierta ganancia de competitividad externa», constatada en el incremento de las exportaciones totales y la leve mejora de la cuota exportadora andaluza sobre el total mundial, pero alerta de que «el mantenimiento de un déficit comercial estructural apunta hacia el agotamiento de la estrategia de devaluación interna».

Esta conclusión se ve refrendada, a su juicio, por el análisis comparativo con otras zonas de Europa. «A pesar de la mejora en algunos de los indicadores de determinantes de la competitividad, Andalucía ha mantenido su posición rezagada respecto a las regiones europeas estructuralmente similares en la mayoría de indicadores de desempeño intermedio y resultados», añade el estudio, que constata una caída «en picado» de los costes laborales, por encima de España, y una mejora de la productividad. También se recoge que «la principal debilidad es el estancamiento de la especialización sectorial de la economía andaluza».

Cardenete destacó además dos «lagunas importantes» en la comunidad: por un lado, el «menor esfuerzo» en la capacitación del capital humano en la Educación Secundaria y la Formación Profesional y, por otro, la «menor eficacia» de la inversión pública en I+D+i. Como retos, se apunta la necesidad de favorecer un incremento de la dimensión de la empresa, realizar un mayor esfuerzo en la formación del capital humano e incrementar el esfuerzo en la I+D+i privada. Se aboga además por un reposicionamiento de la industria agroalimentaria en productos de mayor valor añadido, un impulso a la economía del conocimientos, una mayor explotación de las exportaciones a mercados emergentes, una canalización del crédito a los proyectos de carácter innovador y, ante la inestabilidad de otros entornos, la consolidación de la atracción de inversiones.

Petición de más reformas. Al Foro de Competitividad Empresarial en Andalucía -celebrado en el marco de la asamblea general de la CEA, presidida por Javier González de Lara- acudieron el presidente de la CEOE, Juan Rosell, y el de Cepyme, Antonio Garamendi. Rosell destacó el crecimiento de las exportaciones andaluzas en los últimos años, que consideró «una buenísima señal». «Solamente hay dos países en Europa que desde 2000 a 2014 han multiplicado por dos las exportaciones, uno es Alemania y otro es España», recordó. El presidente de la CEOE insistió además en la necesidad de seguir haciendo reformas -citó las administraciones públicas y el gasto público-, aunque sea «duro» y «haga perder votos» a quienes las acometan.

Por su parte, el presidente de la CEA, Javier González de Lara, dijo que es «prioritario» generar «entornos competitivos que permitan hacer negocio en Andalucía». «La libertad empresarial debe traducirse en una menor y mejor legislación, que invite a crear actividades, que no restrinja, sino que facilite. Un cuerpo normativo que no genere mermas competitivas, ni regulatorias, ni fiscales para las actividades generadas en Andalucía», dijo.

En el transcurso de la asamblea de la CEA también se ratificó el Plan de Acción 2016-2017 de la organización, que pretende una actuación planificada para impulsar la actividad de la misma.