A menudo es normal ver en las noticias las carencias en cuanto a alimentación que vienen padeciendo quienes viven en los países más subdesarrollados. Sin embargo, existen otras muchas necesidades a las que hacer frente en estas naciones deprimidas y que no suele abrir los telediarios de ninguna cadena. Una de ellas es la referente a los problemas de visión, muy frecuentes, que se agravan debido a la incapacidad económica de quienes los padecen.

Lydia Clavijo es una joven técnico optometrista antequerana, que viajó en el mes de diciembre a Guinea Ecuatorial para intentar solucionar muchas de las deficiencias que los habitantes del país centroafricano presentan en lo que a visión se refiere.

Allí estuvo doce días trabajando sin descanso, pasando consulta y ofreciendo todos los servicios que requieren intervenciones como la cirugía de cataratas. También dotaron de gafas a quienes las necesitaban e incluso facilitaron a los pacientes más graves su traslado hasta Córdoba para tratar de una manera más prolongada su patología.

«Vemos muy pocos ojos sanos. Hay incluso cegueras evitables que se han producido por falta de recursos, además de un índice muy alto de glaucoma, una patología que requiere un tratamiento diario con colirio. Si no se tratan los problemas, las personas van perdiendo visión», explica la joven antequerana.

Lydia tiene claro por qué dio el paso y se lanzó a ofrecer ayuda humanitaria. «Es algo que siempre me llamaba la atención y me dio la posibilidad de juntar mis dos pasiones: viajar para conocer lugares nuevos y mi profesión. Me enganché y ya he ido tres años consecutivos», manifiesta.

En este sentido, la profesional de la visión asegura que hay experiencias que sólo puedes vivir cuando te desplazas a países como Guinea Ecuatorial. «El momento de destapar un ojo ya curado es única, es mi favorita. Hay quienes pasan de no ver prácticamente nada a hacerlo perfectamente. Ayudamos a personas que vienen a nosotros porque no tienen nada y pueden quedarse ciegos», apunta.

El hecho de sentirse útil es otra de las claves por las que Lydia no se arrepiente en ningún momento de prestar su ayuda y su conocimiento a los demás. «Es una satisfacción muy grande, es algo que no se puede explicar con palabras. Además, los pacientes se muestran totalmente agradecidos, e incluso nos bendicen, pues es algo típico de su cultura», resalta la joven especialista.

Toda la labor que tanto Lydia Clavijo como los dos compañeros que se unieron a su viaje realizan en el país africano se financia con el apoyo de la fundación La Arruzafa, dependiente del instituto de oftalmología con el mismo nombre y cuya sede se encuentra en Córdoba. Gracias al apoyo de sus socios, que aportan una cuota libre, las donaciones de empresas y las distintas subvenciones que reciben, se puede llevar a cabo una importante labor en los países más necesitados. Además, su labor les ha llevado por muchas naciones más como Tanzania, Madagascar o Benín.

Lydia ya está pensando en volver y lo hará siempre que el tiempo y el trabajo se lo permitan. Porque, según cuenta, en Guinea Ecuatorial ha descubierto cosas increíbles y que le han hecho crecer como persona. Dar una mejor calidad de vida a los demás es algo que no está pagado con dinero y que crea en quienes lo hacen una sonrisa imborrable en la cara, como la de esta antequerana. Ella ha descubierto una pasión y, a pesar de que muchas veces es insuficiente la ayuda prestada, sí que es importante ir haciendo una montaña con pequeños granitos.

Los pacientes, agradecidos por la atención

Los pacientes que son atendidos tanto por Lydia Clavijo como por el resto de compañeros de la expedición se muestran en todo momento agradecidos por el conjunto de atenciones que reciben. Bendicen a los profesionales, pues es su forma de pagarles los tratamientos que mejoran mucho su calidad de vida.

@ccasadob