Qué poquito sé de economía. Debe de ser por eso que no llego a fin de mes. No es algo nuevo, más bien costumbrista, aunque con el pavor de la crisis, creo que el sueldo me dura un 3,2% menos. No lo notaría si no fuera porque leo y escucho, y hasta a veces hago ambas cosas a la vez a pesar de mi condición masculina, que en Málaga ha aumentado el número de parados, que los especuladores han dejado de comprar inmuebles al contado y, sobre todo, que entre el Consistorio y la Diputación hay un desacuerdo ético en cuanto al uso que pueda darse al edificio de la Plaza de la Marina. En realidad, esto es lo más preocupante precisamente por lo contrario, porque no nos inquieta nada de nada pero a ellos sí.

Un parado más es una tragedia cierta. Un piso vendido menos, no tanto, a no ser que se trate de la última oportunidad de un desocupado de librarse del embargo. Pero que quieran alquilar el viejo edificio institucional o aburrirlo con actos culturales o hacerlo atractivo a organismos internacionales nos atañe mucho menos que el calor que estamos pasando.

Los ´diputacionistas´ quieren alquilar su edificio para ingresar dinerito fresco y los munícipes, que tienen que darle el permiso paterno, que no, que cultura para todos. Lo más raro es que el capitalismo y los derechos sociales cambien de pareja en los extraños bailes de salón de la política malagueña con más frecuencia de la que nos permite el discernimiento de sus prisas. Y luego está el miedo. Ese supuesto 3,2% menos de tintos de verano que tengo que tomarme para seguir comiendo tres veces al día con postre sin ponerme en forma.

El alcalde pospone los proyectos del funicular a Gibralfaro o el soterramiento de Cánovas por recelo a tanto número rojo. Teresa Porras anuncia una feria austera. Tanto que hasta las casas hermandad podrán abrir como casetas en la feria entre trono y trono, genuflexión y reguetón, imagino que para buscarle casa a los parados y flores a la virgen. Y, sin embargo, Don Francisco de la Torre, potentado, le dice a su amigo Pendón, que nada de alquiler, pero que no se preocupe "que en lo que podamos ayudar, ayudaremos", digo yo que con dinero, ¿no? ¿O será ayuda moral o espiritual en una caseta cofrade?

Dice mi alcalde que el edificio de la Plaza de la Marina "tiene una ubicación magnífica para el desarrollo de proyectos culturales". Nos ha dado la solución. Yo, de ser el Presidente ´electo´ de esa extraña institución con sede frente a la playa, le endosaría el muerto. Ale, para ti. Gástate el dinero que no tienes en actos culturales en mi edificio, si quieres hasta 2036, con veinte años de lágrimas artísticas de margen y muchos festivales de cine de por medio. Eso sí, sin alquilárselo ni cedérselo a nadie, por "público histórico" y porque "la Diputación tiene que entender que los intereses de la ciudad y de la provincia son los que tenemos que buscar, no tanto los intereses económicos directos de la corporación". O si no, mira, hasta se podría llegar a un acuerdo beneficioso para ambas partes: se cede a una casa hermandad para que monte una discoteca y que se repartan los beneficios a medias. Un chollo.

Todo sea por el bien común, la crisis y el exceso de ruido.