Marbella no puede respirar. Su asfixia económica es tan descomunal como el esfuerzo diario que realizan Carlos Rubio y su equipo. En Marbella es más fácil cuadrar un círculo que las cuentas públicas. De eso no cabe duda. La alcaldesa pide ayuda y hasta ahora son pocos los que le han tendido la mano y a un año de las elecciones municipales mucho me temo que las pocas que le lancen serán al cuello.

Ángeles Muñoz sacó el martes la bandera blanca y le pidió a la Junta de Andalucía que negocie la devolución de los cien millones de euros que prestó hace ahora cuatro años (gobernaba una gestora y no el PP) para sacar a la ciudad de la bancarrota provocada por el régimen del GIL. A esta deuda se le une otra heredada con la Seguridad Social por valor de 280 millones de euros y que va camino de una cuarta renegociación. Y el agujero se completa con otros 122 millones de euros con entidades privadas. Un pozo sin fondo. Visto así, la deuda es tres veces el presupuesto municipal y será imposible hacer frente a esos pagos si Marbella no recibe una modificación legislativa que permita darle un tratamiento especial. Su situación es especial y, aunque ya han pasado varios años, hasta ahora no se empieza a normalizar la situación con un plan de urbanismo aprobado.

No se trata de que se condone la deuda, pero instrumentos debe haber (préstamos del ICO, por ejemplo) para evitar que este Ayuntamiento entre en quiebra. Sólo con los intereses que paga a la Seguridad Social y a los proveedores, la deuda en vez de bajar, crece. Habrá voces, con o sin razón, que se manifiesten sobre si los recortes de gasto corriente u otros han estado mejor o peor ejecutados; si la gestión es más o menos acertada o lo que se quiera, pero resucitar a un muerto sólo lo hizó Jesús y su apellido no era Gil. Marbella se merece, independientemente de quien gobierne, un trato especial. Lo merecía hace cinco años, y así se hizo, y lo requiere ahora. El Gobierno central tardó veinte años en pagar la deuda histórica a Andalucía. Y lo abonó con solares. A lo mejor Marbella debe imitarlo y abonar su deuda con los cuadros requisados a Roca. Es sólo una idea.