Rueda montaña abajo, aumentando su tamaño y arrollando lo que encuentra a su paso. No conviene estar debajo en ningún alud, por muy previsible que éste sea. Pero nosotros lo estamos. Da la impresión, si se mira con los ojos atentos y entornados con que se mira en una ventisca, que todo lo que sucede cada vez más rápido en estos días alimenta esa gran bola de nieve de la que pretendía salvarnos el martes Olli Rhen, el nuevo comisario europeo para asuntos económicos. «Los problemas generados por la deuda –en referencia al déficit del Estado– pueden convertirse en una bola de nieve», dijo Olli, cuyo nombre se pronuncia igual que el de Oliver Hardy, Oli, aquel orondo personaje de El gordo y el flaco. Oli nos vino a decir que a pesar de las medidas decretadas por el Gobierno español tenemos que adelgazar las cuentas públicas hasta convertirnos en Stan Laurel (o lo que es lo mismo, conseguir que a final de 2011 reduzcamos el déficit hasta colocarlo en un 6%).

La comparecencia del comisario Rhen al mediodía, coincidiendo con el encuentro Portugal-Costa de Marfil en Sudáfrica, también recrecía otra bola de nieve que se alimenta de nuestros errores acumulados puestos ahora en dolorosa evidencia. Nada más empezar su análisis de las medidas tomadas por diversos gobiernos de la UE, recriminó a los periodistas portugueses, cuyo país tanto se juega también en el ajuste europeo, que no estuvieran presentes al coincidir la rueda de prensa con el partido de su selección. Sólo un periodista portugués en la sala preguntó, y dijo que él sí estaba allí porque creía que su presencia en la rueda de prensa era más importante que el fútbol. Pura nieve rodando.

Ayer –como saben tristemente ya de sobra–, en el Mundial le tocaba el turno a España en el estadio de Durban contra Suiza, y en un ejercicio inverso, pero igualmente de sobrecogedora avalancha, el Gobierno español aprobaba la reforma laboral pocas horas antes del partido. Como hace tiempo que nos mataron toda ingenuidad a quienes quisimos ser inocentes en esta profesión, resulta difícil no pensar en la tendenciosidad de ese enmascaramiento innecesario entre pan y circo, entre reforma laboral y fútbol.

Es como creerse de pronto el subidón ecológico del Gobierno andaluz en el impuesto de diez céntimos por bolsa de plástico de un solo uso. ¿Tenía que aprobarse precisamente ahora, sumado al constante batiburrillo de recortes, aliños y bajonazos económicos? Cuando en nombre de la conciencia ecológica lo que se pretende son euros para reducir el gasto público, el efecto en la conciencia colectiva puede resultar el contrario, sobre todo en un momento donde esa bola de nieve de medidas desesperadas nos tiene a todos trotando por su velocidad inesperada.

Tampoco será fácil que los malagueños que utilizan el transporte público entiendan que el Ayuntamiento les suba el bonobús porque el Gobierno haya subido el IVA. ¿No debiera ser al revés? Nieve en Junio?