Las tardes de los sábados y domingos se emite en Telecinco un programa de televisión, Qué Tiempo Tan Feliz, presentado por la malagueña María Teresa Campos que, a diferencia de la mayoría de los programas que se emiten actualmente, se esfuerza por entretener a los telespectadores prestigiando y hablando bien de los demás. Es un programa ameno y divertido que esencialmente intenta recordar a profesionales y artistas de prestigio que han aportado cosas buenas, y han hecho felices a muchas personas. Por desgracia, este formato es una excepción en la parrilla televisiva actual. La fórmula que ahora triunfa, porque los telespectadores lo siguen ampliamente, es la del cotilleo primario, el insulto y el desprestigio.

Nuestra sociedad está necesitada de que hablemos bien de los demás y de que nos preocupemos por prestigiarnos mutuamente, independientemente de nuestros defectos y virtudes. Normalmente, los que hablan mal de los demás suelen ser personas acomplejadas que intentan resaltar los defectos o errores de los demás con el fin de ocultar sus carencias no asumidas. Por contra, las personas que hablan bien de los demás suelen ser felices y asertivas, que se alegran de los éxitos ajenos y saben convivir con sus defectos y virtudes, así como perdonar y no dar importancia a los defectos o carencias de los demás.

Las sociedades avanzan cuando se guían en valores y principios correctos, y cuando son dirigidas por personas prestigiadas. La mayoría de nuestros políticos y dirigentes son personas de prestigio, y debemos valorarlos, aunque haya algunos que desmerezcan su cargo. Para ser más felices y para ayudar a que nuestra sociedad sea mejor, debemos hacer un esfuerzo por ser optimistas e intentar descubrir y resaltar lo positivo de los demás. Esa es la esencia del Cristianismo, «Amarás a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a ti mismo». Amen.