Si el paro que sufrimos y el déficit que nos asfixia son responsabilidad exclusiva del gobierno anterior, Rajoy y los suyos deberían dejar ya la monserga de la herencia recibida y acudir al juzgado de guardia. No es posible que por robar una lata de sardinas en el hiper te lleven a la cárcel y que por dejar un país en ruinas te premien con una bicoca en el Consejo de Estado o en la Endesa de Chile, por citar dos chollos recientemente aparecidos en la prensa. Si el PP tiene pruebas, y parece que sí, de que la política del PSOE nos ha llevado a esta situación agónica, no debería pasar un día más sin denunciarlo.

Es que la gente, oiga, se está muriendo en las urgencias de los hospitales por culpa, según Luis de Guindos, de la mala gestión del gobierno anterior, es que ya no hay familia sin un parado en nómina, valga la contradicción, es que nos han subido el IRPF y nos han bajado el salario, es que han derogado en la práctica la Ley de Dependencia, es que damos clases sin calefacción, es que asistimos a un desahucio diario, es que ya hemos aceptado en silencio que una generación entera se va a ir a la mierda, es que los que no se van a la mierda se van a exilio. Y todo esto no es más que el principio, pues ya sabemos que cuando pasen las elecciones andaluzas bajará Rajoy del Monte Sinaí con unos presupuestos de muerte.

No nos cabe en la cabeza que la autoría de todos estos desastres no esté tipificada en el código penal. Y si no lo está es porque entre los partidos políticos hay un compadreo y una solidaridad de clase insoportable, un hoy por ti mañana por mí, un juego de gánsteres que los contribuyentes no tenemos por qué aguantar un día más. De modo que o lo de la herencia recibida es una mentira, una más del ya largo catálogo de mentiras con el que nos vienen regalando Rajoy desde la campaña electoral, o es verdad. Si lo primero, córtese un poco, porfa, porque es que lleva usted meses sin que salga una verdad por su boca. Si lo segundo, apremie al Fiscal General del Estado, que quizá esté para esto, para proteger al ciudadano. Si no nos queda más remedio que sufrir los desperfectos de una gestión desastrosa, que los responsables paguen por lo menos sus culpas.