Aumenta el número y el ruido de las voces que piden el rescate, ya, «y dejemos así de sufrir». ¿Dejar de sufrir? Será en lo psicológico, porque si rescatan al Reino de España vamos a saber de verdad lo que es sufrir. Y si quieren un adelanto, pregunten en Grecia, o en Portugal.

El rescate se produce cuando un estado ya no encuentra quién le preste dinero suficiente para refinanciar el principal de la deuda, pagar los intereses vencidos y afrontar los gastos corrientes, como las nóminas, las facturas y las pensiones. Entonces acuden al rescate Europa y el Fondo Monetario Internacional, dispuestos a conceder el ansiado préstamo (a devolver, claro está, y con intereses) siempre y cuando el estado en cuestión adopte drásticas medidas para recuperar el equilibrio financiero. Hasta el momento presente dichas medidas se vienen orientando únicamente al recorte del gasto. Lo del crecimiento continúa siendo un problema del país. Es un planteamiento erróneo, pero de momento eso es lo que hay.

Hace unos días la Comisión Europea examinó el borrador de recomendaciones a España elaborado por sus técnicos, y recogió solo una parte. El borrador era de una mayor dureza y apunta a lo que nos esperaría: Subir ya mismo el IVA y otros impuestos sobre el consumo. Eliminar la desgravación por vivienda. Volver a reformar las pensiones. Aplicar en seguida la nueva edad de jubilación. Endurecer la reforma laboral, haciendo los salarios aún más flexibles y los convenios más ineficaces. Activar un calendario de privatizaciones. Reducir el gasto sanitario. Poner condiciones al subsidio de desempleo. Liberalizar del todo los servicios profesionales. Detener toda obra pública que no garantice un retorno económico inmediato. Contemplar la posibilidad de poner peajes a las autovías gratuitas.

Esto es solo una parte de lo que nos espera si nos rescatan e intervienen. La realidad puede ser aún peor, porque una cosa son las recomendaciones externas, y otra las órdenes efectivas de quien pone su dinero y quiere garantías de devolución. Además, habrá que incorporar los informes de los inspectores enviados por Bruselas y Frankfurt para evaluar el estado de la banca y el déficit real de las autonomías, cuya reducción milagrosa a base de adelantos a cuenta no engaña a nadie. En resumías cuentas, el rescate obligaría a Mariano Rajoy a firmar unos compromisos de dolor y sacrificio que ningún político desea incorporar a su currículo. Es lógico que se resista a ello como gato panza arriba.