Porque la euforia que produce el fútbol no cotiza en bolsa. Porque los éxitos deportivos que, presumiblemente están por venir en Londres 2012, no harán que los mercados financieros se inmuten. Si no, otro gallo nos cantaría a todos. La alegría compartida es una fuente de energía capaz de generar un capital social que alguien debería saber acumular e invertir. Ni la prima de riesgo, ni el paro, ni los recortes, ni el rescate financiero€ Nadie se acordó de esas pesadas losas que nos oprimen con el 4-0 a Italia en la Eurocopa o durante la celebración multitudinaria en Cibeles, al día siguiente.

O precisamente por eso, porque ya era hora que alguien nos diera una alegría pa´l cuerpo, la fiesta fue más intensa y se sobredimensiona, ya que sirvió para aliviar las penas en medio de la depresión. Tanto se sobrevaloró, que hay quien justifica los excesos etílicos de los jugadores cuando, obviamente, no es de recibo que salieran bebidos al escenario. Menos cuando son el espejo en el que se miran millones de jóvenes en todo el mundo.

España levantaba su tercer gran título consecutivo mientras ardía Valencia. Y pese a todo, había quien censuraba las muestras de felicidad efímera por este logro que la mejor selección de fútbol de la historia proporcionó a la sociedad. La Roja postergó que nuestra economía está en números rojos.

Y algo parecido ocurre con el Málaga. Mientras que la clase política es cada vez más denostada, aquí un jeque con muchos millones es idolatrado. Alguien que si se presentara a las próximas elecciones con seguridad lograría magníficos resultados. Al menos, tiene fieles seguidores capaces de salir en su defensa contra los ataques que recibe de los que le acusan de ser un sheikh moroso.

Al Thani, el presidente del club mantiene una intensa actividad tuitera y no son pocos los que se pasan horas intentando traducir el árabe y descifrar sus mensajes en 140 caracteres. Hay muchas esperanzas puestas en lo que puede hacer el equipo este primer año que jugará la Champions League. Al menos, y en principio, en la fase previa. Es como si el fútbol, otra vez el fútbol, sirviera de anestésico, de bálsamo curativo. Amnesia de grupo mientras se hacen conjeturas sobre posibles fichajes galácticos (perdí la cuenta de cuántos han salido ya a la palestra) y sólo la presentación de las nuevas camisetas ya es portada de periódicos y excusa para saltarse pactos entre compañeros por dar la primicia.

El debate por la propuesta del cambio de escudo fue más encendido, por ejemplo, que el del corredor ferroviario o el de las obras paralizadas del metro, después de tantos años soportando las obras. Y qué quieren que les diga€ con la que está cayendo, déjennos disfrutar. Un poquito. Quién nos lo iba a decir hace unos años. Por lo menos a los que tanto hemos sufrido en esos campos de tierra de Tercera por este club blanquiazul, o su antecesor, en la flor de la Costa del Sol.