Estoy hasta los mismísimos de los recortes, de los ERE, de la crisis, de los despidos de compañeros profesionales y trabajadores como los que más. Estoy hasta los mismísimos de que los que han despilfarrado lo habido y por haber nos pidan ahora mesura. Han sido décadas de robar y robar, de pagar a mequetrefes como si fueran licenciados, de contentar a hermanos, primos y demás amiguitas/tos que pululaban alrededor de los manirrotos que mandaban; de pagar a los sindicatos para que los más vagos de cada casa vivieran liberados a cuerpo de rey. Han sido años en los que se han engordado administraciones a la misma velocidad que lo hacían las barrigas y carteras de sus gobernantes.

Quinquenios en los que parecía que el cajón no tenía fondo y se podía meter la mano en él impunemente. Pero resulta que sí, que tenía fondo, y que de tanto sacar, al final nos hemos quedado con nada. Ahora no es que no se pueda robar, es que no hay ni para pagar la cuarta parte de lo que se debe. Eso sí, ahí están el aeropuerto de Castellón, el de Ciudad Real...

El caso es que de tanto robar ellos, ahora estamos nosotros arruinados. Osea, que nos toca pagar a los tontos de siempre por los desmanes de los listos de carrera que se escudan en Europa para esconder su ineptitud. Tijeretazos para un lado y para otro. Subidas del IVA que hacen imposible el día a día familiar, recortes en los salarios que retraerán el consumo... todo les vale con tal de que no se desmorone su castillo de naipes, ese chiringuito que han construido sin temor a las críticas del político de la otra acera porque los honrados que trabajan de verdad -que los hay- son rehenes de sus propios compañeros corruptos.

«Es triste tener que pedir, pero más triste es tener que robar», dice el pedigüeño. Para el político también es triste, pero porque no le queda ya qué robar. Es muy fácil recortar al funcionario, pero se ahorraría más derribando el Senado y reduciendo un 80% los diputados. A fin de cuentas, si la culpa es de Europa y todo lo manda Sor Angela de Sajonia, bastaría con un secretario para que le haga los mandaos y ahorrar el sueldo de los palmeros del Congreso y hasta de la fenómena ésa de Castellón que gritó hace unos meses «que se jodan» a todos los que como ella no son «hijos de» y tienen que buscar un trabajo para comer.

El PSOE enfocó la nave hacia el abismo. El PP ha acelerado el barco viento en popa a toda vela. Si las esperanzas que nos quedan ahora en una esquina del congreso son Cayo Lara y Toni Cantó, a mí me dan ganas de coger la maleta y salir por patas. ¿Pedir la ciudadanía de Burkina Faso? Pues es una opción, oiga.