En qué piensa una persona cabal para agredir a un profesor? ¿Dónde está la educación de un pequeño que ve cómo su madre le mete una galleta a su maestra? Debe marcar ver cómo la autoridad de una de las figuras más importantes de tu infancia se cae al suelo de un sopapo. A la gente se le va la cabeza con demasiada facilidad, me temo.

A veces parece que algunos padres tienen a la escuela como un sitio donde sacar a pasear al niño para que trisque tranquilamente entre chavales de su misma especie y no moleste en casa. Padres, como el de este chavalito de 7 años de La oleta, que se toman la justicia por su mano, que no conciben que su hijo pueda recibir lecciones de gente que está preparada para ello.

Las figuras del maestro y el profesor están por los suelos desde hace décadas, pero en los últimos años se han alzado voces pidiendo autoridad real para los docentes en las aulas. ¿Sería útil? Qué beneficio tendría un papel que otorgue más fuerza al maestro si luego aparece un padre malcriador que desprecia su trabajo. Está claro que la mayoría no son así y que los que hacen ruido son unos pocos díscolos.

Mañana los profesores terminarán el trimestre y habrá quien se queje de lo bien que viven y de la cantidad de vacaciones que tienen, como si el docente anduviera por las aulas despreocupado en lugar de educar -como puede y le dejan- a los alumnos. Y como con cada cambio de Gobierno toca cambiar la ley de Educación y volver a debatir sobre temas de vital importancia para el futuro del país, aunque alguno se lo tome a la ligera. El respeto hacia los profesores debe venir desde lugares mucho más mundanos que una ley: debe inculcarse en la casa, en los medios, desde las instancias políticas, incluso en la propia escuela, que es donde más se necesita ese respeto.