Siento tristeza, solo una poca, por la marcha de Isco al Real Madrid. Desde luego, nada comparable a buen seguro a la que sentirá cualquier aficionado malaguista al ver que su estrella más rutilante es la primera en abandonar un barco que, de momento sigue a flote. Tristeza, y miedo. Mucho miedo. Como aficionado al fútbol y como fiel seguidor de la selección española que mañana se medirá a Brasil en Maracaná y que, Del Bosque mediante, ya le tiene un sitio reservado al 22 de don Francisco Alarcón, quizá para el Mundial que se disputará el año que viene en el país sudamericano.

Y tengo miedo porque el caso de Isco, en su para mí precipitada llegada a un gran del fútbol mundial, recuerda mucho a otro de no hace muchos años y que acabó, o al menos está acabando por el momento, con una de las mayores promesas de nuestro fútbol de los últimos años: Sergio Canales.

Hagamos memoria para recordar cómo el joven de 18 añitos, que volvía locas a las mozas de la playa de El Sardinero con su melenita rubia y su cara de niño bueno, y a los ojeadores y directores deportivos de la liga con una zurda de fantasía que cataron, entre otros, el Espanyol y el Sevilla, en sendas grandes actuaciones del 23 del conjunto cántabro, acabó fichando en 2010 por el Real Madrid de Jose Mourinho que llegó a soltar perlas tales como «tiene cosas de Guti» o «ganará muchos títulos con el Real Madrid». Su saldo: un partido como titular, una cesión al Valencia y, un año y varias lesiones después, un traspaso al conjunto che, donde le cuesta Dios y ayuda ser fijo en el equipo titular debido a los mencionados problemas físicos que le han dejado, sin ir más lejos, sin disputar el Europeo sub´21 en el que se ha encumbrado recientemente, en efecto, Isco Alarcón.

Ser titular en el Real Madrid es muy complicado, y aunque el de Benalmádena tiene clase y técnica de sobra para serlo, dudo que vaya a tener los minutos que necesita, que son todos, para seguir creciendo como futbolista. Cristiano, Di Maria, Özil, Modric... muchos millones por delante. Ojalá que Carlos Ancelotti contribuya y dé cancha a un jugador que, por su fútbol, merece ser patrimonio de la afición, y no haga una secuela de la Crónica de la muerte anunciada de Sergio Canales, que tan trágicamente escribió su sucesor.