Un IBI discriminatorio en la provincia

No soy propenso a entrar en los rifirrafes de los políticos ni en esa postura del «tú más» tan recurrente entre los integrantes de un partido u otro. Allá se las compongan, que no es raro que quienes observamos,iba a decir impávidos,pero no,siempre con recelo y un poco de rabia, sus dimes y diretes pocas veces sacamos algo en claro. Viene este exordio a cuento por la iniciativa anunciada por la Diputación de Málaga días atrás de que saldría en socorro de aquellos que se enfrentarán con el tributo ineludible del Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) familiarmente conocido antaño en la población rondeña y la de sus aledaños como la «contribución», con el reparto de unas ayudas que habrían de ser recibidas como agua de mayo en tiempos de sequía. No hay tal, que esas asistencias, según se sabe ahora, solo irán a parar a los que pagan como gravamen por este concepto a tenor de viviendas con un valor catastral por encima de los 100.000 euros, con la salvedad de que los municipios subvencionados estén integrados en el Patronato de Recaudación. Ahí me las den todas. No entran en la medida más de 600.000 viviendas, un 82% de las existentes, de las que los propietarios,que son los más en los pequeños núcleos de población, no han delegado el cobro del recibo en el Patronato. Otro tanto ocurrirá con las que superen el tope delos 100.000 euros y no cumplan la condición mencionada o no tengan domiciliado el recibo en entidad bancaria.

Los socialistas, que andan a la gresca con Elías Bendodo, presidente de la Diputación, tildan esta medida como un «timo», Francisco Conejo portavoz del PSOE, dixit. No diremos tanto,pero sí se puede hablar de inconsecuencia y discriminación. Los pequeños pueblos del interior provincial,sacudidos por la crisis galopante que padecemos y paro consiguiente se las ven y se las desean para sacudir el marasmo en el que se encuentran. Congruente con esa situación sería de desear que la Diputación elimine cortapisas y pase por alto la exigencia de tener domiciliado los pagos -algo que solo es común entre las clases sociales más o menos boyantes - o que se tienda la mano a quienes no forman parte del Patronato.

José BecerraMálaga

A mí plin, yo duermo...

Asombro por la reacción de un admirado amigo ante el actual informe del IPCC, elaborado por 2.000 científicos, el conjunto de pruebas más completo sobre el calentamiento global. Estos científicos insisten con argumentos aún mejores que si no actuamos ahora rebasaremos el punto en el que todavía podríamos detener los daños espantosos del calentamiento global.

Pues mi sabio amigo no se ha inmutado. Al revés sólo se le ocurre decirme: «Dos mil expertos: ¡Que miedo! No digo que no haya cambios en el clima, como ha habido siempre, y que la humanidad no tenga influencia. Pero ya están los sacerdotes de siempre intentando fabricar otro pecado original». Y sigue adelante con sus sabias causas y sin sospechar su inconsecuencia. Para mí su ceguera es un misterio. Porque es una gran persona. Tampoco se han inmutado mucho los medios. Una alusión de un día algo camuflada. Irresponsables. Yo si me he inmutado y desesperado a fondo. No entiendo nada. Estoy convencido que cuando los hombres de bien se alerten ya será tarde. Como lo fue para Epulón. Ceguera demencial y además suicida .

Pablo OsésMálaga