Dónde van los besos que no has dado?» se pregunta una canción. Dónde van los millones del AVE entre Sevilla y Antequera que no se han gastado? Pues van al Banco Europeo de Inversiones. Y ahí se perderá el rastro. Tal vez a esta hora un atildado burócrata con pajarita, afición a viajar a Tánger y alergia a los fados y al alioli registre en un apunte contable en Luxemburgo, sede del banco, que de una remota región periférica española del Sur llega una montaña de millones de euros que devuelven por que no han sabido gastarlos. Tal vez el atildado funcionario de pajarita, que espera acabar pronto para acudir con su esposa y su dálmata a una demostración de saltimbanquis, teclee en Google quién demonios gobierna en ese sitio del que él ha oído hablar a algunos compañeros porque han pasado vacaciones allí. Claro que a lo mejor a estas horas ya no gobierna nadie. Encontrará el atildado funcionario, frente ancha, nariz aguileña, rectitud y bondad en el espíritu y severos ataques de hemorroides, que hay un pacto entre dos partidos de izquierdas. En unos sitios le dirán que en realidad gobierna IU. En otros, que el PSOE. No faltará quien escriba que el pacto se ha roto y cosido a última hora. Extrañado y con el reloj avanzando, picoteará unas galletas dietéticas y mirará el montón de expedientes que ya ha acumulado en su mesa. Expedientes de regiones, ayuntamientos gobiernetes autónomos, cabildos, insulas de Barataria y demás que, enterados de que hay un billetaje rechazado y devuelto, piden esos euros. Unos para un puente o carreteras, otros para un dique contra la melancolía, no pocos para trenes de alta velocidad. Hasta hay una petición para agrandar un aeropuerto. Nuestro hombre tal vez dude y entonces, a la española, procrastine o sea, aplace la decisión. Un compañero pudiera distraerle recordándole que el torneo de badminton entre solteros y casados se ha pospuesto para el miércoles y, pese a su proverbial efectividad calvinista, seguramente se distraiga mentalmente con el asunto y decida revisar el mazo de expedientes más tarde. Su perplejidad no será mayor que la que se ha causado por estos lares. El AVE inconcluso deja un rastro largo y plano de terreno aplanado por el que hubiese pasado Atila. Es una cicatriz que vertebra y recuerda la invertebración de Andalucía. El jefe del funcionario del no a los fados y al alioli pasará un informe al superior. Tal vez exclame: !Ah, estos españoles! y vuelva a su informe sobre la situación financiera en Alsacia y Lorena. Les importa una higa. Improbablemente les llegarán ecos de que el empresariado de esta tierra ha puesto el grito en el cielo por no poder poner los raíles en el suelo. Un pequeño asesinato a la licitación de obra pública este no AVE. Una planificación mala de puro nula. Una pérdida de infraestructura, modernidad y progreso. No, no era faraónica. Era autonómica. Una de las razones del fracaso.