Demuéstrenme que de verdad tienen vocación de servicio público, no sólo de recaudador indiscriminado a toda costa y coste. No utilice la ley contra el ciudadano inocente y buen pagador sino contra el delincuente, al que se deja escapar en demasiados casos por prescripción no facultativa o por congelación de los casos en los juzgados. Pero no utilicemos esta columna para argumentos habituales de ciencia política o de economía de la Hacienda pública y vayamos a repintar algunas líneas que atosigan al ciudadano, ordeñándole como a una oveja en un cercado.

Repíntenme las líneas que delimitan los espacios para estacionar el vehículo en algunos parkings, por ejemplo. Por qué, amparándose en el espacio mínimo legal posible, se mantienen en Málaga parkings céntricos como el de la plaza de la Marina, en el que el propietario de casi cualquier vehículo más grande que un ciclomotor se encuentra con verdaderos problemas para salir de su coche una vez aparcado. Una proeza que en ocasiones ha conseguido de forma milagrosa, maniobrando más que un caza japonés intentando invadir el atolón de Midway, donde tenían los norteamericanos su base militar en el Pacífico, aquel otro 4 de junio pero de 1942. Repíntenlas. Tomen la decisión, a ver si es verdad. Sacrifiquen algunas plazas de aparcamiento, asuman la pequeña merma a la hora de ingresar por minuto esos precios carísimos y den un mejor servicio, oxigenen ese subterráneo atropellado, proporcionen al usuario la grata sensación de sentirse bien tratado, con respeto.

Se podrá alegar que en el caso de este ejemplito local, el de los aparcamientos, su uso no es obligatorio, dan trabajo, son empresas públicas municipales que revierten a la sociedad parte de esos desmesurados ingresos e incluso que deben resultar disuasorios para que el vecino use el transporte público, menos contaminante, mucho más barato y que evita los atascos en el centro de la ciudad. Y se alega.

Pero se debe decir también que si se quiere fomentar el uso del transporte público por parte de los ayuntamientos -cabe darle una pensada a eso-, para qué se hacen tantos parkings. El caso es que los parkings públicos existen y el usuario los utiliza o se ve impelido a ello por muchas circunstancias posibles (ser turista y conducir un coche alquilado, transportar a una persona impedida, viajar con niños pequeños y sus carritos que no siempre caben en el bus, ir de compras para volver demasiado cargados o llevar carga, etc.). Y si existen y son tan caros con la excusa de forzar rotaciones y obtener dinero para la ciudad, al menos que sean amplios. Lo contrario es un insulto, parecemos conejos descoyuntados expelidos por una madriguera indignante.

Por supuesto, a quienes no les preocupa el dinero no les parecerán caros. Ni a los que usan chófer. La desigualdad siempre está servida. Y quizá ahí radique parte del problema