El oleaje levantado por el nuevo melillero mueve mareas desde Sacaba Beach hasta la controvertida piscina del dirigente socialista Francisco Conejo. Para evitar más sobresaltos a los bañistas de esta playa occidental de la capital, se podría levantar un «muro» como el que Francisco de la Torre considera enarbolado por la Federación Andaluza de Municipios y Provincias (FAMP). Entre tanta ola, incluida la de calor, no es extraño leer: Málaga se constituye en la provincia española con la tasa más alta de litigios en los juzgados, incluido el interminable, tras más de una década, del palacio del marqués de la Sonora, en la calle Granada. El juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 7 ha emitido un auto avalando la actuación municipal para forzar la puesta en utilidad de este enclave del Centro Histórico, el cual ofrece una deplorable imagen en pleno núcleo picassiano. Así, sus propietarios, la empresa Salsa Inmobiliaria, tienen un período de un año para comenzar a construir o el Consistorio ofrecerá este terreno emblemático en concurso. ¿Y el edificio de La Mundial?

Mientras, Europa - yo mismo- mira hacia Grecia con recelo en días de intensa ardentía. La sempiterna capital helénica me evoca la egregia obra de Giovanni Papini Gog, una colección de relatos perfilados por cáusticas críticas al sistema político-económico y a las costumbres establecidas por esta civilización delirante. En La vuelta de Pitágoras (Atenas, 10 de abril), el personaje -Goggins - detalla la presunción de una Atenas infinitamente más bella -dice - si no hubiesen construido, junto a los restos antiguos, una anómala población moderna, sin carácter, usurpando el glorioso y viejo nombre. ¿Les recuerda algo a Málaga, expectante ante su expiación histórica? A mí, sí. No abandonemos nada del pasado, sólo con él se moldea el futuro.