¿Y si ahora que Tsipras ha sido humillado y vencido, Europa se decide a arreglar el problema de Grecia?

Tras dos rescates y una quita parcial, la deuda griega ha pasado de 125 millones a 175 millones de euros. Tras el tercer rescate, podría llegar fácilmente a los 200 millones. El FMI ya ha dicho, oficiosa pero claramente, que no es sostenible de ninguna manera, por lo que se debe proceder a una quita espectacular o a un aplazamiento hasta las calendas griegas, que tendría los mismos efectos prácticos.

Hay un problema formal, que el ministro alemán de Economía puso sobre la mesa en plenas negociaciones: el artículo 125 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, que prohíbe tanto a la Unión como a los otros estados asumir o responder por los compromisos de cualquiera de los miembros.

Un efecto de los rescates ha sido que gran parte de la deuda griega ha pasado de manos de los bancos a manos de los estados del euro; aceptar una quita equivaldría a que estados se comieran a fondo perdido la deuda griega, lo que se puede interpretar como una violación del tratado.

Por esta razón Schäuble proponía que Grecia saliera durante cinco años del euro, ya que entonces sí que podría ser ayudada de esta manera. Pero al final ni el gobierno griego ni la mayoría de gobiernos de la eurozona se atrevieron a dar un paso tan arriesgado, que nadie sabe a dónde podría conducir.

Sin embargo, con el tercer rescate, los rescatadores van a saber que el dinero que ponen como préstamo o aval no lo van a recuperar, porque se suma a una deuda insostenible, y además el peso de amortizaciones e intereses va a seguir ahogando la economía griega. Parece como si los gobiernos estuvieran dispuestos a perder dinero (que no es suyo: es nuestro) para darse el gusto de seguir mandando en Grecia y ordenando nuevos sacrificios que no levantan ni modernizan su capacidad productiva.

Corresponde a los técnicos de la Comisión, el BCE e incluso el FMI encontrar los mecanismos legales para liberar a Grecia de la losa sin contravenir los tratados. Europa es una historia de interpretaciones flexibles que resuelven problemas y de intransigencias que los crean o los agravan. Bajo el paraguas de la frase «renegociación de la deuda» cabe de todo. ¿Saben que en pleno siglo XXI se siguen produciendo vencimientos de la deuda de la Compañía de los Mares del Sur, generada hace trescientos años y asumida como deuda perpetua por el gobierno británico?

Pues eso: rendida y humillada Syriza, vamos a arreglar lo de Grecia antes de que nos arrastre.