El otro día vi un documental a altas horas de la madrugada. Es lo que tiene quedarse al cierre de un periódico. Iba sobre las profesiones con más riesgo del mundo y aunque no le presté demasiada atención, pues me desparramé en el sofá, la primera profesión hacía referencia a los pescadores de cangrejo de las nieves y del cangrejo azul en el mar de Bering. Incluso hay una serie en un canal temático sobre la historia de cinco patrones que zarpan de Dutch Harbor durante los meses de invierno para la pesca de estos furtivos cangrejos en condiciones inhumanas con olas de 10 y 12 metros y vientos de más de cien kilómetros a la hora. En la lista le seguían la de bomberos forestal, limpiador de ventanas de un rascacielos, miembro de un grupo de artificieros, leñador, limpiador de alcantarillas, astronauta, policía antidisturbios, trabajador en un pozo petrolífero, minero... Pero para mi tranquilidad no figuraba en el catálogo de profesiones de alto riesgo ser consejero de Empleo de la Junta de Andalucía. La verdad es que no tienen nada que envidiar a los capitanes de los cangrejeros por las aguas en las que han tenido que navegar, aunque más bien su riesgo es más similar al de limpiador de alcantarillas. Han realizado durante años demasiado trabajo sucio, demasiadas fosas sépticas o sumideros que tapar en vez poner orden en una consejería donde los fondos públicos salían sin control aparente.

Sabemos, más o menos, algunas de sus andanzas en el caso de los ERE y ahora se conocerá el papel que jugaron los consejeros de Empleo en el caso de los cursos de formación. En un alarde sin precedentes de transparencia, el parlamento andaluz aprobó esta semana una comisión de investigación sobre el presunto fraude en los cursos de formación de la Junta de Andalucía, la segunda en los últimos veinte años tras la de los ERE fraudulentos. Se ve que aquí no somos muy de investigar.

Susana Díaz, que se incorpora esta semana tras sus 45 días de baja de maternidad -en las redes sociales hubo un acalorado debate sobre sí debía haberse quedado los cuatro meses de baja para dar ejemplo de conciliación familiar- tiene ante sí una oportunidad de oro para gestionar de forma brillante el pésimo legado que le dejaron sus antecesores y facilitar el trabajo de esta comisión que ya empieza mal por la bronca absurda sobre quién debe presidirla. Seguramente recaiga en el parlamentario de Ciudadanos (exsocialista) Julio Díaz, lo que hace sospechar al Partido Popular sobre cómo se desarrollará la comisión.

Hace meses recibí una llamada de un dirigente del PP que me avisaba que el fraude de los ERE era poca cosa para el escándalo de los cursos de formación en la Junta de Andalucía. La verdad es que los datos asustan. Hay 18 juzgados andaluces, Policía Nacional y Guardia Civil investigando el reparto de casi 3.000 millones de euros de fondos públicos destinados a la formación de los parados. Durante años se repartió sin control en Andalucía un pastizal -ojo, y en el resto de España también como dejó claro el Tribunal de Cuentas-. Eran tiempos en los que abundaba el dinero de los fondos europeos y del descontrol consciente o no de la Junta de Andalucía se aprovecharon decenas y decenas de pícaros para recibir ayudas para cursos que no daban. Fue un chorreo.

Susana Díaz debe exigir a los diputados socialistas que formen parte de la comisión que faciliten todo el trabajo posible para conocer qué ha pasado, pues aunque Mario Jiménez argumente que no tiene sentido crear una comisión refugiándose en que el caso se encuentra ya en los tribunales y que la propia Junta lo investiga desde el punto de vista administrativo (por lo pronto han descubierto que cerca de 79 millones salieron de las arcas públicas sin que se hayan justificado), el deber de la presidenta que dijo que abriría las ventantas para airear la corrupción es permitir que se aclare las responsabilidades políticas que permitieron este monumental descontrol, ya que hace años rechazaron la propuesta de Juanma Moreno de crear una comisión de investigación. Susana Díaz puede hacer como los capitanes de los cangrejeros y salir a faenar para evitar que existan en la administración andaluza nuevos limpiadores de alcantarillas.