Estas dos ciudades de la Costa del Sol, pioneras en el turismo, parte viva de un sector tan dinámico, con ofertas distintas pero complementarias, en apenas 100 días, con las nuevas corporaciones municipales y alcaldes de mentalidad distinta a quienes hasta hace poco habían mandado en ambas ciudades, han avanzado más que en años. Torremolinos, hasta hace poco anclada en el pasado, cutre y sin pulso, se manifiesta, ahora, con vida y pujante; con fuerza y lo que es más importante, convocando a los ciudadanos a participar en el proyecto común de una ciudad emblemática del turismo, abriendo puertas y ventanas, provocando y creando iniciativas de quienes algo tienen que aportar a este futuro que terminará por enterrar años y años de la peor dictadura que haya conocido esta ciudad. Como ha dicho José Ortiz, alcalde socialista de Torremolinos, un soplo mucho más democrático recorre la ciudad.

Pero es que, además, Torremolinos se ha abierto a necesarias colaboraciones y entendimientos como sucede con la ciudad de Málaga. Ver a los dos alcaldes, de signo político distintos, hablando de que es necesario aprovechar las sinergias de ambas ciudades, reconforta el espíritu y hace que uno proclame que la política, cuando es ejercida por buenos políticos, con sensibilidad ciudadana, bien merece la pena apoyar. Tanto José Ortiz, alcalde de Torremolinos, como Francisco de la Torre, de Málaga, han conseguido romper las barreras que el anterior alcalde de Torremolinos, incapaz de entender que su mundo no era el mundo que llegaba, obstinado en su nulidad intelectual y falta de sensibilidad, había levantado en la frontera con Málaga. Y reconforta que se recupere por el Ayuntamiento el Consejo de Seguridad Ciudadana con años sin reunirse o que haya convocado a los empresarios turísticos para crear un Consejo asesor del sector, llevando parejo el cumplimiento de transformar el centro de Torremolinos, una ciudad para sus habitantes y visitantes y no para los coches. Tendrán que avanzar más y convertir ese centro en un poderoso imán que de nuevo atraiga a quienes huyeron. Y aquí rompo una lanza por la necesaria remodelación de la plaza del Panorama, impresionante balcón sobre el Mediterráneo que en el día de hoy es punto de encuentro de ruidosos practicantes del patinete, de quienes aman el porro para huir de la realidad y de quienes hacen del botellón su inseparable amigo, haciendo de las botellas un peligroso ejercicio de tirarlas al vacío. No hay que olvidar que saltando una impresentable valla metálica se suicidó una joven. Quienes allí viven o tienen negocios suspiran por hacer de esta plaza un excelso mirador, de paz y tranquilidad, con las aguas del Mediterráneo en el horizonte.

Y en Marbella, nueva vitalidad, abriendo puertas y cerrando cloacas. Una corporación que de la mano de su alcalde, José Bernal, instrumenta otro futuro que pasa por aunar esfuerzos conjuntos de lo público y lo privado. La excelente plataforma del recién celebrado congreso de la abogacía es un ejemplo a seguir. Además de negociar con la Junta de Andalucía la deuda que se arrastra a causa de los desmanes de las miserias, robos y extorsiones de la mafia gileña, el alcalde José Bernal lucha para que el dinero que está anclado en las arcas del Estado revierta a Marbella en planes de empleo e inversiones directas para la ciudad, tal y como habían hablado Bernal y el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. Pero parece que no será así porque el PP es partidario de que el dinero a devolver por las multas del caso Malaya, unos 300 millones de euros, se destinen, en su mayor cuantía, a reducir las deudas del Consistorio con Hacienda y la Seguridad Social, aunque una enmienda del propio PP en el Senado deja abierta la puerta a invertir en el año 2016. Bernal prefería el pájaro en mano que cientos volando.

Y en Marbella, la sociedad civil se mueve, y con fuerza. Hay fundaciones como la de José Banús y Pilar Calvo que siguen por su decidida apuesta por dar vida y sentido a la actividad cultural y social de Marbella, con una aportación dineraria y sobre todo de esfuerzo y calor, en palabras de su presidente, Cándido Fernández Ledo, que hizo que el alcalde Bernal, en una de sus primeras visitas se llegara hasta la sede de la Fundación, para darle las gracias en nombre del pueblo de Marbella y a invitarle a que siguiera apostando por la Marbella cultural y turística.

Y recoger como el viernes pasado, de la mano de Aurelio Almagro y otros ciudadanos de Marbella se presentaba en sociedad una asociación civil para apostar, apoyar e incentivar iniciativas que sigan haciendo de Marbella el motor del turismo de calidad, con incidencia directa en la Costa del Sol y Andalucía.

Lo dicho: Torremolinos y Marbella en otra onda. Que dure.