Nuevo fin de semana ante nuestros ojos. ¡Bien! Espero que podamos recordarlo como algo especial, porque, amables lectores, si tenemos el infortunio de sentir pesar al recordar una determinada fecha, sólo conozco un remedio: encender una vela a Santa Rita -patrona de lo imposible- para que borre de nuestras mentes todo lo triste o desagradable que nos haya podido ocurrir y recordemos, con alegría, las fechas que han marcado, para bien, nuestra existencia. ¡Por fin! Si, ya era hora de que empezara a escribir en serio la novela que tenía previsto terminar el día cinco de julio del año pasado. Yo soy así, previsora. Todo lo apunto, después lo guardo, aunque, previamente, escribo una pequeña historia para recordar el motivo de aquellos apuntes. ¡Ah¡ Lo más importante es guardar el título de la historia en varios lugares. No voy a ser tan torpe de no localizar ninguno. La culpa no la tengo yo la tienen mis ancestros. Porque, según cuentan los del lugar, tuve unos abuelos que hicieron historia con sus despistes. Algún día, si recuerdo el lugar donde tengo guardadas sus historias, las publicaré. ¿Y cómo he conseguido sobrevivir? Sencillo, casándome con la memoria personificada. Un gustazo. Lo recuerda todo, un sol de hombre. Cuando ve que llevo un rato buscando algo me pregunta: «¿Qué buscas?». Cuando se lo digo me dice: «Ahí, lo tienes a tres pasos». Y está, que es lo que me da más rabia. ¡Con lo que yo daría por tener un cuarto kilo más de memoria aunque fuera un poco más fea! Pero, miren ustedes, no se puede tener todo.

Dicen que el Guadalhorce necesita un puente más para evitar inundaciones. Bien, yo tengo uno de Playmobil, está casi nuevo y si les hace falta, a su disposición. Pero creo que hay unos fondos en la Comunidad que pueden poner a nuestra disposición, si lo pedimos. ¡Palabrita!