Los recientes cambios de opinión del alcalde sobre la llegada del metro de Málaga al Hospital Civil han levantado casi la misma polvareda que unas obras que ya acumulan años de retraso y 600 millones de sobrecoste. Los vecinos, a los que nunca antes se había escuchado, han manifestado su rechazo frontal a un proyecto que, a su juicio, causará enormes perjuicios y pocos beneficios. Alegan que las calles Eugenio Gross y Blas de Lezo, por donde transitará el metro en superficie, no constituyen una zona especialmente afectada por el tráfico. Tienen además firmes precedentes para este rechazo: los enormes trastornos ocasionados a vecinas y comerciantes -obligados en algunos casos al cierre de sus negocios- de Carretera de Cádiz, los continuos cortes y enormes demoras de ejecución en la avenida de Andalucía, y ahora también en la Alameda.

Así las cosas, De la Torre consideró oportuno escuchar a las vecinas por primera vez hace tan solo unas semanas. Y claro, ha descubierto lo que ya sabíamos: un proyecto de esta envergadura no tiene sentido en una ciudad de las dimensiones de Málaga, como señalan numerosos estudios. Resulta cierto que Málaga es una ciudad diseminada, razón por la que en Málaga Ahora sí habríamos apoyado la llegada del metro al Parque Tecnológico, justo adonde no está previsto, pese a las 30.000 trabajadoras de la provincia que recibe cada día.

¿Por qué solo ahora el alcalde consulta a los vecinos, cuando ya están comprometidos por la Junta 325 millones de euros del Banco Europeo de Inversiones y no hay marcha atrás? El propio alcalde firmó en 2013 su compromiso, lo que a la oposición nos deja con las manos atadas. No se me ocurre mayor desprecio democrático que utilizar a los vecinos como arma arrojadiza entre el Ayuntamiento y la Junta en período electoral. De la Torre, por otro lado, sigue confundiendo pedir la opinión de las vecinas con promover la participación, y a esta con la intervención ciudadana. En eso se parece mucho a la Junta de Andalucía, que tampoco tuvo a bien consultar con las vecinas el proyecto del metro o tan siquiera informarles.

La polémica del metro al Hospital Civil esconde, por tanto, cuando menos tres problemas de fondo: el de la participación ciudadana, el del derroche de dinero público y el del modelo de movilidad -y por ende de ciudad-.

Ya hemos visto que pedir a posteriori la opinión a unos vecinos no es participación. En Málaga Ahora, además, preferimos el término «intervención», esto es, que las consultas ciudadanas resulten vinculantes, mediante foros, encuestas, referéndums, etc., para lo cual urge corregir otro déficit habitual: la opacidad de nuestras administraciones.

Nadie sabe, por pasar a la segunda cuestión, cuál es el coste real de las obras del metro, cuyo retraso se mide ya en lustros, y que en cualquier caso ascenderá a varios miles de millones de euros. Málaga vive una situación de emergencia social sangrante, con 26.000 menores en situación de pobreza que nos colocan en la cola nacional y 10 desahucios diarios en la provincia, por poner solo dos ejemplos. No parece el momento ideal para derrochar las arcas públicas en el proyecto de metro de una ciudad de 600.000 habitantes.

Málaga Ahora, pasando a la tercera cuestión, tiene un compromiso firme con el medio ambiente, y por eso en su programa recoge medidas claras por el transporte público. Abogamos por una red intermodal de transporte público, con billetes combinados y un Plan Director de la Bici. Esto, además, lo mismo que los puntos anteriores, entra de lleno en qué modelo de ciudad queremos: sostenible, participativa, cuidadora y transparente.

Este Ayuntamiento carece de una visión a largo plazo, como demuestran los cambios de criterio del alcalde. El metro es solo un ejemplo de tantos: ahora De la Torre, después de recabar la opinión negativa de los vecinos, ha decidido «convencerlos» de que se equivocan. Semejante falta de perspectiva se entiende por la inercia del pasado, cuando el rodillo de la mayoría absoluta impedía el debate. La hemos padecido con los 20 millones gastados en el edificio Astoria para dejar que las ruinas lo consuman, en los 40 millones del Museo de las Gemas, que permaneció abierto un par de horas, en el proyecto del Polo Digital, presentado fuera de tiempo y sin posibilidad de recibir los fondos europeos previstos, y muchos otros ejemplos.

El metro llegará al Hospital Civil porque tenemos un equipo de gobierno sin una idea de modelo para Málaga. Lejos de traernos el futuro, el metro es un tren a los vicios de nuestro pasado, ese lugar donde la ciudadanía apenas contábamos.

*Ysabel Torralbo es portavoz de Málaga Ahora en el portavoz de Málaga Ahora Ayuntamiento de Málaga