No es nada nuevo, tampoco hacen nada para remediarlo. El Partido Popular tiene un problema con el voto joven. Dentro de siete días se celebran las elecciones más inciertas, interesantes y disputadas de nuestra democracia y casi todos los sondeos apuntan que la participación puede ser masiva. Dentro de este contexto de participación excepcional emerge una de las claves que puede inclinar la balanza hacia una u otra sigla: los jóvenes españoles han despertado del letargo. Este es, sin duda, el único efecto positivo de la crisis y podría provocar el cambio más radical que se haya producido en el panorama político en las últimas décadas, ya que coincide, además, con una crisis de legimitidad de los partidos tradicionales, que sufren en sus espaldas la corrupción de decenas de sus cargos públicos que llegaron a la política para servirse de ella.

Desde que en 2011 surgieron los movimiento del 15-M, los tres partidos con mayor representación en España, PP, PSOE e IU, han sido incapaces de renovar sus estructuras y sus valores para adaptarlos a la nueva política del siglo XXI. Tampoco han sabido canalizar y atender las demandas de una jueventud más instruida, con mentalidad más abierta, que cuestiona el actual modelo económico y político que los ha dejado fuera del sistema o con sueldos muy precarios. Han tardado también estos tres partidos en entender los nuevos códigos de comunicación y en muy poco tiempo han envejecido un mundo frente a las nuevas fuerzas políticas como Podemos y Ciudadanos. Pablo Iglesias y Albert Rivera han conseguido captar la atención de los jóvenes por que entendieron la nueva forma de construir en política tanto el mensaje y el mensajero, como los cauces de transmisión del mensaje. Cosa distina es que luego compres su mercancía.

La encuesta que hoy publica La Opinión de Málaga confirma que Rajoy necesitaría una legión de hipster y que su famosa niña de 2008 tenga ya edad para votar y para llevarse a sus amigas de la mano el 20D. El sondeo constata lo que ya se sabe y, lo que es peor, lo que ya en el PP sabían y han sido incapaces de remediar durante toda una legislatura. Rajoy es el líder menos valorado, menos apoyado y querido por la población española de entre 18 y 30 años y, sin embargo, su nucleo duro de votantes proviene de las personas mayores de 65 años, los que tienen casi la edad de un candidato que no ha logrado vender su capacitada experiencia en la gestión frente al aire fresco de los partidos emergentes. Estos datos, en cualquier empresa, significarían una muerte silenciosa. Las causas pueden ser diversas, pero, por ejemplo, aquí en Málaga, el PP carece de cualquier tipo de acción en la universidad desde que desapareció el grupo de estudiantes Reforma; los cachorros populares están desaparecidos en la selva de las sedes y durante toda la campaña pocas han sido las propuestas sobre becas, universidad, erasmus, investigación o cómo frenar la sonrojante tasa del 50% de paro juvenil.

La encuesta deja también otros datos interesantes. Albert Rivera es el único candidato que recibiría apoyos de votantes de otros partidos, lo que confirma que Ciudadanos ha logrado transmitir una imagen de marca blanca apta para el consumo de todos. El abuelo, la nieta y el cuñao son capaces de abrir la lata naranja sin problemas, aunque lo que ahora es una fortaleza puede ser una futura debilidad por la falta de identidad propia del proyecto más allá de la fotografía del líder supremo Rivera que se exhibe como el Rey León. En cambio el sondeo no avala la pretendida remontada con la que Podemos salió a competir en esta decisiva cita y en el caso de Andalucía obtendría sólo cuatro escaños y empeoraría sus resultados en comparación con las últimas elecciones andaluzas. Otro que sale tocado de la encuesta es el socialista Pedro Sánchez, que busca transfusiones de sangre roja en cada votante al que le da la mano para recuperarse de la sangría que le provoca Ciudadanos y Podemos en la pinza más famosa que ha sufrido el socialismo desde que Javier Arenas y Luis Carlos Rejón se las hicieran pasar canutas a Manuel Chaves. Además, Sánchez confiaba que Andalucía le facilitara la llegada a la Moncloa con un buen número de diputados y, según los datos de la encuesta, lo que puede originar es que Susana Díaz viaje hasta Madrid el 21D para retirarle la sonda.

La pelea en Málaga está disputada entre PSOE y PP. Ambos partidos aceptan en privado que obtener cuatro escaños es más que aceptable y el objetivo en clave orgnánica es ser la fuerza más votada. Ya saben, cosas de partidos.