Puede ser innecesario. Pero, a veces, lo más obvio se nos olvida y, por ello, es importante recordarlo. Así que desde Málaga Acoge queremos usar estas líneas como misiva para el próximo presidente del Gobierno. Una carta en la que repasar algunos de los temas que deberá tener presentes necesariamente en su agenda política y que, seguramente, trascienden tanto a su persona, como a su partido y al resto de las fuerzas políticas. Porque si una cosa ha dejado clara el resultado de las recientes elecciones es que para afrontar los retos que en cuestiones como la cohesión social, la lucha contra la desigualdad y el fortalecimiento de los derechos sociales tiene nuestra sociedad es imprescindible el concurso de todos.

Desde esa óptica, es el momento de reflexionar sobre la política migratoria llevada en los últimos años y mirar sus resultados: no sirve de nada levantar más muros, colocar concertinas, gastarse millonadas en sistemas de vigilancia o externalizar las fronteras y dejarla en las oscuras manos de terceros países. No sirve de nada, las cifras lo indican. Y es momento de que se deje de pensar en que la cuestión migratoria es un fenómeno, algo puntual, una crisis pasajera: probablemente no estemos más que al principio de una tendencia que será ya para siempre. Las personas han migrado, migran y migrarán. Y estamos a tiempo de entenderlo y hacer un importante giro que permita que las políticas tengan como eje a las personas y sus derechos y no intereses de índole político o económico.

Confiamos en que los próximos acuerdos, decisiones y acciones tengan siempre presente a los derechos humanos. Sí, también es obvio, pero a veces se nos olvida. Y al Gobierno, también. Restringir el derecho a la sanidad a parte de las personas inmigrantes es un claro ejemplo de ello. Pero también las llamadas devoluciones en caliente en la frontera de Melilla. O las agresiones a personas inmigrantes cuando intentan llegar a España. O la falta de compromiso de nuestro gobierno con las personas refugiadas. O la falta de apoyo a las personas que cruzan el Estrecho en patera y, tras sufrir un naufragio, van directas al calabozo sin recibir siquiera apoyo psicológico. Y que luego son privadas de libertad en los centros de internamiento de extranjeros por apenas incumplir una falta administrativa. CIEs que, de una vez por todas, deben dejar de existir en esta próxima legislatura, como ya ha reclamado una amplia mayoría ciudadana.

Una cuestión ineludible en los próximos años será la de garantizar la igualdad de derechos (y, sí, también de deberes) de las personas inmigrantes, empezando - en estos tiempos de reformas- por el reconocimiento del derecho al voto, al menos, en las elecciones locales. Y, por favor, basta ya de xenofobia institucional: los nuevos y nuevas legisladoras - como también los cargos públicos- deberán tener en cuenta que una de sus principales misiones es la de hacer pedagogía social.

Es importante impulsar políticas que mejoren la convivencia, que se asienten sobre la solidaridad y que tengan en cuenta a todas las personas que forman parte de este país. Sí, a todas.