Todos ven en el otro lo que no ven en sí. Lo de la mota y la viga, ya saben. Susana Díaz, por ejemplo, no deja de hablar, en su habitual tour poselectoral por los medios, del voto del miedo para explicar el éxito del PP el pasado 26 J. Pero ella también apelaba al miedo al populismo de la bestia morada (a la que ella ve como bestia negra). Las razones apocalípticas para no votar a Podemos llenaron los discursos de la presidenta de la Junta de Andalucía durante la campaña. Hasta el punto de que culpa directamente a Sánchez, a pesar de que no pactó con Pablo Iglesias, de haber colgado del tobillo socialdemócrata del PSOE la bola de hierro de un posible pacto con los radicales de Podemos para gobernar, lo que le habría impedido avanzar en las urnas.

El tío Vara

Pero lo que le ha pasado al PSOE no es un participio, pasado, sino un gerundio. Le sigue pasando la no aceptación y luego derrota de Zapatero ante la crisis; le pasan los espesos clientelismos en una Andalucía aún sin alternancia; le pasa su desnorte ideológico entre lo que dice y lo que hace; su progresivo avejentarse por descrédito ante una verdadera regeneración pendiente, su división de partido que tampoco sabe estar unido si no es en torno a un líder carismático (Guillermo Fernández Vara lo está demostrando en su otro tour mediático) y, quizá por último, su haber perdido el sitio en un devenido contexto que ya no admite eso tan facilón de derecha e izquierda y sus extensiones hacia el centro de liberales y socialdemócratas.

Felipe gritando

Quiero un Gobierno contigo, concentrado estoy, propone un Rajoy sin la absoluta. Pero a un PSOE al que, sin embargo, le ha sacado más de 50 escaños. Sánchez, clave para formar o dejar formar un Gobierno por segunda vez, sabe que cualquier decisión que tome, o que no tome, puede terminar con su nunca cuajada secretaría general (que Sánchez ha trabajado mucho pero no ha demostrado liderazgo está siendo otro mantra mediático de Susana Díaz, como su expresa alegría porque Eduardo Madina haya obtenido su escaño). A Sánchez su vulnerable posición no le arredró a la hora de tomar decisiones de cierto eco mediático que se apagaron rápido, como fuegos artificiales. Pero verle en el último mitin de campaña, el 24 de junio en Madrid, detrás de Felipe González, con cara de tragar sapos mientras Felipe gritaba sin cortapisa que el PSOE no debía gobernar con «el populismo demagógico» de Podemos, lo dejaba todo claro.

Susana sí pero no

Como lo dejaba claro Susana Díaz cuando alardeaba la noche electoral de que sólo en Andalucía el PSOE había conseguido ganar en tres provincias. Aunque a la hora de analizar los tres escaños que le ha sacado el PP por encima en su feudo, Díaz recuerda que ella no era quien se presentaba a estas elecciones. La que ha ganado en tres provincias sí, la que ha perdido las elecciones no. En fin, lo habitual en estos casos. La subida de votos del PP en este momento, en cambio, no parece tan habitual€

Ganó Rajoy

Soy de los que piensan -aunque no sé quiénes son los demás- que estas elecciones las ha ganado Rajoy por encima de un PP herido por la corrupción. Y que las ha ganado Juanma Moreno en este sur, por parecer quizá lo que debería ser ya el PP, sobre todo para quienes no ven por ahora otra posibilidad de cambio en Andalucía. Sobraba gente en el balcón de Génova cuando un humanísimo Rajoy salió a balbucear su feliz estado de shock. Con la ayuda del brexit y su dosis de fascista aventurerismo, ha habido no pocos votantes que pusieron su voto en un Rajoy que les ha resultado lo más seguro entre tanto humo de colores. Miedo o prudencia, el caso es que estos votantes han creído más en Rajoy que en los demás. Pero no me parece inteligente comparar a estos ciudadanos que han elevado los escaños, y a muchos de los que no movieron su voto seis meses atrás, con quienes sólo votan a su partido pase lo que pase (en el PSOE también los hay) y votarían al PP aunque Fernández Díaz dijera en las grabaciones publicadas que en realidad es de Podemos.

Se equivocó Podemos

Creo, incluso, que ha habido votantes de Podemos que han votado al PP. Para la formación morada no debe de ser fácil administrar esa transversalidad. Pero se han equivocado en la unión con IU («vieja política» para quienes transversalmente vieron en Podemos la herramienta definitiva para cortar por lo sano). Rajoy ha asumido una gran responsabilidad en un momento interno y externo muy delicado para la democracia española, que no termina de encontrar herramientas en las que confiar para regenerarse. Parte del voto que ha acumulado no es, como se dice a veces interesadamente, para perdonarlo todo. Ni siquiera el de quienes ya piensan eso tan letal de que «todos roban pero éstos por lo menos€» Sino para que haga lo que debe hacer. Al menos eso creo. O quiero creer. Ahora habrá que ver qué cree Rajoy€ Porque hoy es sábado.