No, aún no es momento de opinar sobre la desaparición de Diana Quer. Ya hay demasiados manoseando hipótesis y sucedidos para alimentar la máquina televisiva de picar carne. Es momento de alegrarse de la aparición en buen estado de otra chica, la joven malagueña de 13 años Adriana Belmonte. La adolescencia no es fácil. Y sólo queda confiar en que la educación sembrada en la infancia por los padres sea una buena vacuna contra las malas influencias, el desafuero hormonal y la rebeldía de sentirse fuerte y adulto, sin serlo todavía.

Ojalá aparezca

El problema surge cuando, además del riesgo adolescente, la educación no ha sido buena. En el caso de padres separados normales (sin que medie machismo agresivo ni falsas acusaciones por cualquiera de las partes que deriven los asuntos de Derecho de Familia a Violencia de Género) la clave está en enterrar todo reproche de pareja por amor a los hijos. Sólo de esta manera se serenan las nuevas situaciones, y sólo de esta manera el amparo y al mismo tiempo la autoridad de los progenitores sobre los niños se mantiene en los cauces adecuados. También salpican gotas de ácido corrosivo al respecto en lo que ya vamos sabiendo respecto a la separación de los padres de la desaparecida Diana. Hay otras cuestiones añadidas a todo esto, la capacidad para ser padres que tengamos, el carácter que desarrolle cada niño (como advierte el juez de menores Emilio Calatayud) y las dificultades que nos plantea esta sociedad, en la que andamos saliendo del paso al salto de mata. Y gracias a la abusiva dedicación de los abuelos a la crianza de nuestros hijos, que si no… Ojalá Diana aparezca pronto.

Abstencionaurus rex

Que haya gobierno en España tampoco depende de nosotros. Algunos de quienes fuimos a votar una vez y luego otra en seis meses (aún en contra de haber tenido que ir esa segunda vez porque quienes tenían que administrar lo expresado en las urnas no quisieron hacerlo por razones partidistas y personales), no estamos dispuestos a alimentar más su farsa. Me han discutido mucho la columna que publiqué el pasado jueves, cosa que agradezco de corazón, en la que expresé mi decisión de no ir a votar una tercera vez. Ni siquiera declaré mi intención de votar en blanco, sino de abstenerme. Me han advertido que ese hueco que yo dejo lo aprovecharán quienes irán a votar a quienes yo no votaría. Pero eso ya lo asumía yo en lo publicado. Como también asumía que hay un suelo electoral para los partidos de siempre que volverá a convertirse en su soporte, por encima de la valía de su gestión cuando gobiernan o su lucha real contra la corrupción en sus filas.

Problemasaurios

Los problemas de calidad de nuestra democracia no los crean, únicamente, quienes se han ido aprovechando de ella sólo para su persistencia partidista de manera evidente y grosera, sino quienes les votan, dificultando además la regeneración interna de ese partido. Ya no es comprensible, ni tolerable, la incapacidad de cada partido nuevo o viejo para entender su responsabilidad en un parlamento fraccionado -que no fracturado- a la hora de formar gobierno, pactando. Renunciando a cosas y exponiéndose ante sus votantes más acérrimos al hacerlo. Pero también exigiendo otras que jamás se llevarían a cabo si gobernaran solos los adversarios durante esa legislatura. Y sumar un voto a ese desatino una tercera vez, teniendo al país un año sin gobierno, resulta difícil. Porque no ha pasado nada raro que impida formarlo. «Málaga tiene paralizados sus grandes proyectos por la falta de Gobierno estable», titulaba ayer La Opinión. Y no siendo sospechoso de querer favorecer la investidura de nadie por hacerlo, sino porque es así.

Trincheratox

Ése es otro mal al que nos enfrentamos desde hace tiempo, el de ser acusados de hacerles el caldo gordo a los unos o a los otros si lo que opinamos puede ser utilizado por ellos en sus propias estrategias partidistas. La libertad de opinar, sin embargo, no puede ser una libertad vigilada. Ni por uno mismo. Nadie debería autocensurarse en función de que lo que diga coincida con lo que dicen los otros. Aunque eso le asegure a uno que le sigan, lean o escuchen los suyos, otro de nuestros no pequeños males. Demasiados leen u oyen sólo a quien dice lo que quieren oír. El columnismo y las tertulias de trinchera funcionan para vivir de un nicho de mercado afín, no para hacer periodismo libre y, humildemente lo creo, en verdad útil. Aunque me temo que eso es algo que sólo la sociedad podrá corregir, o seguir fomentando. Mientras, quienes pretendan no coincidir en sus razonamientos con los unos o los otros para no parecer poco independiente, terminará escribiendo sobre «la planta del mes» de los Jardines de la Concepción de Málaga. Incluso exigiendo que haya una planta a diario… Porque hoy es sábado.