Estudios recientes apuntan que, más allá de aquellos diagnosticados y encerrados en entornos de máxima seguridad como cárceles u hospitales mentales, entre nosotros y sueltos en la sociedad, existen personas con perfiles psicópatas bajo cargos directivos empresariales, políticos, financieros, legales y otros tipos de liderazgo.

Gracias a las nuevas tecnologías aplicadas al estudio del cerebro humano, disciplinas como la psicología y la criminología están corroborando que los mismos tipos de comportamientos egoístas, manipuladores y temerarios contemplados en los oficialmente catalogados como trastornados, se observan igualmente a pie de calle, pero con la diferencia de que estos últimos no han llegado a desarrollar su instinto asesino, al menos por el momento.

Conocedores de los códigos sociales, les gusta establecer sus propias normas de comportamiento sin tener presente a los demás, y sólo se sienten mal cuando incumplen sus propios reglamentos, pero nada que ver con rastros de empatía, responsabilidad o arrepentimiento cuando afectan a terceros. Con una intensa autoestima y capacidad de persuasión, se muestran encantadores y conversadores, lo cual les ayuda a guardar en la retaguardia sus verdaderas intenciones. Bastante inteligentes y de mente ágil, la estructura de sus hemisferios presenta un déficit en el área emocional que les hace no tener miedo de sus consecuencias y por ello, sí que pueden dormir a pierna suelta y sin remordimientos por sus actos.

La posibilidad de fracaso es algo que no les incumbe, por lo que actúan sin pestañear, aligerando enormemente el desgaste energético de la reflexión y el sentido de la justicia. De igual manera, su baja tolerancia al aburrimiento les hace estar siempre ocupados e inmersos en tareas apremiantes, lo cual favorece que destaquen a simple vista sobre sus compañeros y asciendan con más rapidez en puestos de dirección. Como premio adicional, dominan la atención plena o mindfulness, ya que al no sopesar ni las consecuencias en el pasado ni los riesgos del futuro, viven anclados en el presente, con calma y libres de estrés.

Por estas y otras razones, las corrientes del mercado socioeconómico y laboral apremian las conductas cercanas a la psicopatía, y la verdad es que, viendo lo visto, es para pensárselo y aprender un poco de ellos. Así quizás se sufra menos y consiga uno ponerse el mundo por montera.