Ayer estuvo el Rey chico en Málaga. Y piropeó con garbo a la ciudad. «Ha hecho del dinamismo su bandera», dijo. Confieso que en un principio entendí «ha hecho del urbanismo su bandera», en vez del dinamismo, lo cual tampoco habría sido tan extraño. Del urbanismo malo, chungaleta y especulador, malagapalacial, lagunillero, se entiende. Dijo también Felipe VI que Málaga ha apostado desde hace mucho tiempo por la innovación, gastando algunos segundos en abundar en esta idea tan potente y balsámica para Málaga. Estuvo muy bien el monarca. Levanta la autoestima de Málaga.

Y a uno se le ocurre que esa bien podría ser la utilidad de la monarquía española. El Rey ha de salir de gira a levantársela (la moral y la autoestima) a todas las ciudades que en España son. No pocas de ellas están deprimidas, golpeadas, en crisis. Pues nada, nada, una regia visita, un par de piropos, viva Cartagena, ole Sabadell, arriba Getxo, como Salamanca no hay ninguna y que apuesta más fetén por el acero la de Toledo. Y en ese plan. Lo malo es que la gente es muy levantisca y revoltosa y en algunas ciudades les da por pitar. Es ver a un Rey y lo pitan. Se atascan un momento en un semáforo y pitan. Pitan en un conflicto laboral y en una manifestación, pitan al que tienen delante, al vecino le pitan; pitan al árbitro y se pasan la vida pitando, o sea, emitiendo un ruido que las convierte en poco atractivas. Incluso para el urbanismo. A esas ciudades, que vaya su prima, pensará el Rey. En cualquier caso, no habría peligro de que en algún sitio a Felipe una ciudad le dijera «eso se lo dices a todas». No, hombre, cada ciudad tiene su especificidad y a no ser que un escriba de discursos confundiera el empuje empresarial de Badalona con la laboriosidad naútica de El Ferrol no habría mayor problema. Letizia debería ir, que luego las fotos dan más juego y sirven también para las revistas.

Es la tercera vez que el Rey viene desde que accedió al trono, aunque ya de príncipe hizo varias incursiones, alguna de ellas con carácter oficial. La gente le mostró su aprecio en las calles, el republicanismo estuvo contenido o en sus labores, que a lo que se ve aquí no son abuchear a un Rey. Ni pitarle. Por fortuna. Málaga se consagra a fuerza de estos foros Transfiere, de estos piropazos y de estos pasos de innovación y tecnología como un puntal en esa liga de las ciudades donde la Champion es la autoestima.