No habría mejor frase para definir el balance económico de nuestra Semana Santa. Cada año es el mejor si lo comparamos con las cifras que arrojaron los anteriores. Y es cierto, 2015, el mejor, 2016 también la mejor hasta esa fecha y en 2017 superamos todas las cifras anteriores. Ya sólo queda esperar al próximo año para confirmar una tendencia: cada año vamos de bien en mejor.

Sin duda algo, más bien mucho, se ha venido haciendo bien: El trabajo de la Agrupación de Cofradías, las hermandades y el Ayuntamiento complementando el trabajo cofrade con su apuesta por el actual modelo de ciudad, han hecho que la Semana Santa malagueña sea la que mejor compagine liturgia y oferta turística. Devoción y promoción.

Vale la pena conservar lo que tenemos. Seguir aunando esfuerzos a pesar de esos grupos minoritarios que provocan actos como la avalancha al paso de El Cautivo, o aquellos que alzan su voz contra la presencia de militares en las procesiones, para después aplaudir hasta el escozor de sus manos, al paso de La Legión.

Sin duda, la Semana Santa es ya nuestra mayor industria turística previa al verano. La ocupación hotelera ha rondado el 95%, cifra nada despreciable si tenemos en cuenta la proliferación de apartamentos turísticos. Es evidente que hay sitio para todos, y que tanto hoteles como apartamentos complementan una oferta en alojamientos donde hay para todos los gustos. Ninguno de los dos modelos sobra.

Los alojamientos rurales han alcanzado el 75% de ocupación, los más de 35.000 pasajeros que han visitado la ciudad esta semana procedentes de cruceros con escala en Málaga o el incremento en más de 10% del volumen de negocios de restaurantes son motivos más que suficientes para seguir apostando por el modelo que año tras año convence con las cifras.

Es una realidad, liturgia y fenómeno turístico pueden, y deben convivir. Lo vienen haciendo desde el respeto a la religiosidad y a lo que la Semana Santa representa para la economía de muchos malagueños que, directa o indirectamente, viven de ella.

Sobriedad y respeto ante lo que representa la Semana de Pasión, motor económico turístico que preludia un magnífico verano, cuaresmeros que aparecen para la ocasión, figura típica del postureo malagueño. Así es nuestra Semana de Pasión. Ya lo dijo el pregonero: «porque esto, señores, es Málaga».