Baltasar Garzón y Gaspar Llamazares han registrado un partido llamado Actúa. Es una buena contribución al naming político, esto es, al arte de llamar a las cosas. O sea, están a la moda. Los partidos ya no tienen siglas. Son representados por una palabra: Ciudadanos. Podemos.

Garzón y Llamazares forman un dúo potente, mediático y para una parte de la izquierda, muy simpático. Hay otro sector que los detesta por temor a que les resten espacio, aunque lo verdaderamente interesante es saber si son ellos los que van a tener espacio en una izquierda que está más concurrida de siglas (bueno, y de palabras) que un apartamento turístico en agosto. Garzón y Llamazares, un juez y un médico. O sea, una izquierda de élite, intelectual, tal vez un partido que comienza por arriba en lugar de por abajo. Le faltan los obreros. Le faltan los militantes. Insisten en que no es un partido y que tal vez no vaya a elecciones. Podríamos adscribirlo entonces a la categoría de chiringuito político. En IU por ejemplo han integrado tantos partidos que al final casi los hay unipersonales, siendo el único importante el PCE, disueltísimo ya tras capas y capas de siglas y palabras (IU, Podemos, etc.).

Uno vio una vez a Llamazares antes de un mitin en el pabellón de Ciudad Jardín, en Málaga. Había oscurecido y él salió solo a dar vueltas por la calle alrededor del recinto. Iba como recitando. O sea, ensayando la alocución. Me cautivó aquello que tenía algo de la mística del torero antes de salir al ruedo o del concentradísimo ensayo de un actor que sale a darlo todo (toda la buena fe o todo el engaño) al público presente. No defraudó en aquel mitin. Es muy difícil defraudar en un mitin, donde hay convencidos, jubilados, curiosos y majarones enfadados porque no les han dejado entrar con una bandera. Ya sea la de España o la de la hoz y el martillo. Actúa es una orden. Lleva implícito que ven amuermada a la sociedad y la impelen a la movilización. Pero la peña es ahora más de movilizarse en el Twitter y ya si eso en la calle. El activismo es hoy poner un tuit incendiario y luego colgar en el Facebook la foto de la paella.

No es incompatible ser revoltoso y comer bien y en familia, pero se ve que salvo los taxistas y los controladores de aeropuerto la gente está más por descansar. Pareciera incluso que hasta los Puigdemont, Junqueras y compañía han tomado unos días de asueto. A esos no hace falta que nadie les diga actúa: llevan actuando mucho tiempo. Tanto, que no pocos opinan que hay que echarles encima a los jueces. O a lo mejor tambén a los médicos.