El PSOE malagueño tiene primarias el uno de octubre. Irá a las urnas el día en el que el Gobierno tendrá puestas todas sus energías en que la gente no vote. A ver si Rajoy va a ver las papeletas y les va a mandar a la Guardia Civil. Imagínense al pobre Ruiz Espejo esposado y diciendo, no agente, no es lo que se imagina, puedo explicarlo. Soy español, español, español.

Hombre, mucha cara de sedicioso no tiene, es más bien alguien al que le gusta más la legalidad y una institución que a un niño los batidos de chocolate. Explicando está sus planes para el socialismo provincial en esa gira que se está pegando, que ni el baúl de la Piquer daba tantos viajes. Y venga Estepona y Manilva y los alhaurines y Archidona y Marbella. Del otro lado está Rafael Fuentes, al que no pocos daban políticamente por muerto. Fuentes quiere ser alcalde de Málaga, pero se conformaría ahora con ser secretario provincial y diputado al Congreso impulsando luego, o antes, la candidatura de Daniel Pérez para la alcaldía. Por cierto que Pérez está ocupando todo el espacio político que puede. Practica una omnipresencia muy delatorriana. Está ya en segundo de De la Torre. Cualquier día me lo encuentro inaugurándome el portal. A Dani, no al regidor. Nadie puede decir que no esté trabajando. Para cuando venga un listo a organizarle unas primarias el tío tendrá ya los carteles de candidato hechos. Por falta de fotos tampoco será. La pugna está iniciándose. Las espadas no están en lo alto, están los puñales por lo bajo.

El favorito es Ruiz que tiene muchos más avales aunque ahora lo que cuentan son los afanes que cada uno muestre. Como en el PSOE nada es normal, el oficialista es Fuentes que para eso es sanchista. Se sitúa de parte de la mayoría federal. Pero el oficialista es también Espejo, que para eso es susanista (viva Andalucía independiente) y tiene detrás, delante y al lado a todo el aparataje y a los cargos públicos. Heredia guarda una prudente neutralidad y mata el tiempo preguntando al Gobierno cosas, como si no estuviera claro que este es un Ejecutivo que duda y no siempre sabe responder. Arden los móviles y bullen los cenáculos, se suceden las maniobras y el sorayismo desencantado se pasa a las filas rafaelistas para dar el batallazo a un PSOE cuya asignatura pendiente más lacerante y grave es la alcaldía de Málaga, cuestión a la que nadie parece echar mucha cuenta. Todo es política de hechos consumados. Primarias en el PSOE provincial. Es como un duelo tristón y con propensión a la taciturnez, algo extemporáneo, enquistado, teatrillo con gente ahí tras el telón jugándose vivir o no del presupuesto.