El ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, acudió el otro día en auxilio electoral de la alcaldesa de Marbella. De la Serna quiere unirse a esa amplia nómina, que tal vez comenzó con Cánovas, de políticos que han prometido la conexión de Marbella a la red ferroviaria. La foto del ministro, que uno tiende a confundir con otro ministro, Méndez de Lugo, que en realidad se llama Méndez de Vigo, quedó bien. Los titulares también. Marbella y tren son dos palabras que casan óptimamente en negritas. El tema se vendió muy bien, ya se sabe lo ayuno y faltitos que estamos en fin se semana los medios. En fin, el camelo vuelve a tomar forma. No sabe uno si es un camelo más grande que el del macro hospital o similar. Ya, más que camelos son camelazos, macro bulos, presentaciones de embriones de proyecto del proyecto del tal y el que venga detrás que arree.

El propio De la Serna reconoció que su departamento retomó el proyecto en 2013 y que tienen un proyecto (que a lo que se ve ya no vale) que data de 2014. Y es ahora, en 2018, cuando hacen un nuevo anuncio. Recordemos que Ana Pastor, en 2012 ministra de Fomento, prometió en una visita a Marbella el Cercanías. Ja. Encima ni siquiera lo tienen claro. Ahora resulta que había cinco alternativas y que van a estudiar dos. El ministro no dio ni un solo plazo aproximado para la obra. «Es un área muy poblada, con muchas urbanizaciones», decía el titular de Fomento, como dándose pisto de lo complicado que resulta meter el tren por ahí. No te jode, si te parece haces un tren donde no haya ni Cristo y no se necesite. Donde no haya gente con necesidades históricas no resueltas de movilidad aceptable. Solucionarlo es el reto. En una zona de gran afluencia turística y generadora de riqueza donde o vas en lento autobús o vas a paso de tortuga por una autovía saturada que es casi una calle o te clavan en un peaje abusivo. Mientras no se solucione, mientras no se mejore la movilidad, todo es un agravio (con lo que esta zona aporta) por el que no pocos se harían independentistas o, al menos, y menos irónicamente, descreídos respecto a cualquier promesa oportunista y fotogénica. Y del AVE ni hablamos, claro. Los torpes que han hecho el POT, de la Junta, ni lo incluían. Al día siguiente se lía y ya lo incluyen. ¡Caramba! Qué flexibilidad tienen los documentos técnicos arduamente elaborados. La misma que el ministro, que viene con una nueva y cansina, extemporánea, promesita del Cercanías. Unas cifras: en el conjunto de España, hubo en 2017 un descenso del 29,2% en la inversión en ferrocarril. Fueron 3.056 millones de euros frente a los 4.318 millones consignados en las cuentas del 2016. Los Presupuestos para este ejercicio aún no se han aprobado. Unos 750.000 euros puede ser lo que las cuentas estatales destinen a la prolongación del Cercanías entre 2017 y 2018. Para una obra que de la Serna tasa en entre 2.370 y 3.850 millones de euros según la alternativa que se escoja ¡Qué ritmo, ministro!