Ya es Jueves Santo. Estamos avanzando en la semana y, como siempre, no nos hemos dado cuenta de que está acabando. En los últimos años se ha puesto muy de moda hablar de las vísperas. Hay que disfrutar de lo que viene antes, de los previos, de la preparación. Decía el poeta Ángel González: «Te llaman porvenir porque no vienes nunca». Esa lenta espera que sólo los cofrades sabemos en qué consiste nos hace imaginar una Semana Santa mejor. Pero nada de eso. Está bien disfrutar de las vísperas€ Pero aquí no estamos para soñar con que llegue nada, sino para disfrutar de lo que ocurre y cuando ocurre. Las vísperas, como la noche de Reyes, son bonitas, pero el momento, la mañana siguiente, es lo que da sentido a todo. Porque nos ponemos poéticos en la Cuaresma, pero a mí me remueven las palabras del poeta sevillano Antonio García Barbeito: «Si en mi pulso ya late su latido, ¿qué será cuando, al ver que ya ha venido, la semana de Dios me suene dentro?». Hoy, que ya casi se acaba la Semana de Dios, hagamos sonar nuestro interior, hablemos con él, disfrutémoslo. Porque si no lo disfrutamos ahora y seguimos esperando, pasará como el poema de Ángel€ Seguiremos esperando y un día de espera dará paso a otro y

«Y mañana será otro día tranquilo

un día como hoy, jueves o martes,

cualquier cosa y no eso

que esperamos aún, todavía, siempre».

En definitiva. Que la Semana de Dios no acaba€ Que podemos vivirla todo el año. Todo nos invita a no esperar, a vivir y a darle sentido. A convertir el porvenir en hoy. Acaban las procesiones, sigue la Semana de Dios.