Recorte por aquí y tijeretazo por allá. Tantas medidas no iban a pasar desapercibidas en estas fiestas. Casetas familiares o comerciales, puestos de churros, buñuelos o de turrones se ven afectados por la situación económica y bajan sus ventas. «Unas cuarentas personas se colocan a diario delante de las caseta con neveras y se quedan allí, comiendo y sin entrar», confesó Luis Romero, uno de los socios de la peña Los Colorados, una caseta tradicional con sevillanas, rumbas y decoración festiva. Es una estampa que los dueños de las casetas ven todas las noches, en el recinto ferial Cortijo de Torres. El empresario añadió que si al grupo de self service no le gusta la selección musical de la caseta «cogen sus cosas y se van a otra parte». Eso sí, a veces, cuando ven ambiente, entran, dice.

Otra caseta que ve sus ventas descender y sin ningún beneficio, es la peña Hermandad del Rocío, un local tradicional que lleva montando su peña toda la vida. «Muy flojo, no cubrimos gastos», confesó el responsable, Ricardo. E, incluso, añadió el empresario que esta temporada pensaron no abrir, pero que el año que viene «ya verán». Una situación delicada para los emprendedores que ven vacías sus cajas mientras hay botellones muy cerca. «Me parece fatal que encierren a los jóvenes como borregos y, encima, esté organizado por el Ayuntamiento de Málaga», dijo Ricardo.

Por otra parte, las peñas más comerciales también sufren un descenso notable en sus ingresos, no sólo por la crisis, sino por el cambio de imagen de la Zona de la Juventud. «Viene la misma gente, por tanto el cambio no tiene mucho sentido, ya que ni se llena la zona nueva ni tampoco ésta», explicó un empresario, que tiene presencia en ambas zonas (familiar y juvenil).

«Una para todos». Los vendedores de los puestos de buñuelos, churros, turrones, caramelos y otros dulces típicos de estas fiestas están muy desanimados. Sus caras lo reflejan. «Antes se pedían tres cajitas de buñuelos, ahora vienen cuatros personas y compran sólo una caja para todos», explicó Inma, empleada de un puesto de buñuelos. La joven malagueña añadió que el «comerciante se adapta a la crisis», pero no baja sus precios: «Nosotros también tenemos que comer».

Y así, muchos comercios ambulantes de la noche del Real viven esta situación. «Lo notamos más flojito que otros años», confesó Sergio Ramírez, empleado de un puesto de almendras y otros dulces.

Otro factor del descenso de visitas al Real es la Feria del Centro, que este año alarga su horario oficial y oficioso hasta bien entrada la madrugada. «La gente prefiere quedarse allí», concluyo Romero.