Ya que da poco, eso pensaba Ismael mientras intentaba conciliar el sueño en su habitación. Esa noche fue para él algo más que una simple noche, pues le dio tiempo a pensar y analizar muchas cosas de la vida, tales como si tuvo o no lugar esa vida de la que todo cofrade es participe a lo largo de una semana. Cansado, se quedó dormido y a la mañana siguiente, despertó y se dirigió al centro de la ciudad, y contempló como su Málaga parecía el mismo Jerusalén, los niños recibían a Jesús con ilusión, sujetando palmas que movían agitadamente, y es ahí, en ese mismo momento, cuando comprendió que todo lo que esa noche se había cuestionado no tiene cabida en su mundo, y que sentir esos miedos y dudas es algo muy normal que siente todo buen cofrade antes de que comience la semana mayor.