La Alameda Principal, aunque esté en obras, es el inicio del recorrido oficial y constituye, junto con la calle Marqués de Larios, uno de los escenarios característicos de nuestra Semana Santa. Sin embargo, su incorporación al procesionismo fue muy distinta a la de Larios, por donde pasó una cofradía estando aún en obras.

La retirada de las aguas del mar en el siglo XVIII en la zona de la desembocadura del río Guadalmedina dejó un extenso arenal que posibilitó la creación del primer Paseo de Málaga, siendo inaugurado en 1785. Pese a que en principio era un lugar inhóspito situado fuera de la muralla sur, la desaparición de sus límites iniciales, en 1786 la muralla por el este y, a principios del siglo XIX, el castillo de San Lorenzo por el oeste, propició su desarrollo hasta convertirse en el lugar predilecto de la burguesía malagueña, que lo adoptó como zona de residencia y ocio.

Fue objeto de diversas reformas, normalmente tras periodos de abandono, mejorando de forma ostensible como con el proyecto de 1806, a instancia del gobernador militar Teodoro Reding, por el que se sustituyeron los originarios álamos blancos por naranjos y adelfas reales, y se colocó la fuente más importante de Málaga, la de Génova. Más tarde llegaría la iluminación propia, primero con faroles de aceite y después de gas. La Alameda cada vez atraía a más público, sobre todo en primavera.

Pero, ¿era utilizada por las cofradías? Se desconoce si así fue en estos primeros años, hasta la primera mitad del siglo XIX, aunque resulta improbable, ya que existían otras vías menos alejadas y más directas entre los puntos de salida (San Juan, Mártires, Santiago o Merced) y los destinos principales de las procesiones de la época: la Plaza y la Catedral. Las únicas que hubieran necesitado utilizarla serían las procedentes de El Perchel, pero éstas, como en 1851 el Nazareno del Paso y la Soledad, cruzaban el antiguo puente de Santo Domingo y desde Arriola buscaban la Plaza por Puerta del Mar y Nueva.

La construcción del primer puente de Tetuán sería clave para la utilización de la Alameda por las cofradías. En 1860 fue bendecido y cuatro años más tarde la Soledad de Santo Domingo lo cruzaba para pasar por la Alameda junto a los álamos, que habían vuelto a ser plantados; continuando por Puerta del Mar y Nueva a la Plaza. En 1865 pasaría la Misericordia en su primera salida procesional, haciéndolo por el centro de la Alameda, por el conocido salón.

En 1876 desparecieron los álamos definitivamente gracias a la ambiciosa reforma que se llevó a cabo con el proyecto de Joaquín Rucoba, llegando los ficus de los que por ahora disfrutamos. Por aquellos años, el Nazareno del Paso seguía con su tradicional recorrido sin pasar por la Alameda, hasta que en 1884 lo hizo por la acera de la derecha para dirigirse, por la Cortina del Muelle, a la Catedral.

Seguía siendo un lugar idóneo para la celebración de las fiestas populares y religiosas, como el Corpus. En la Semana Santa no se extendió el paso por ella a cofradías no percheleras hasta la apertura de la calle Larios, empleándose durante unos años para entrar en esta; como por primera vez hizo Azotes y Columna en 1890.

Sin embargo, fue un hecho puntual, ya que a principios de la década de los veinte mayoritariamente se accedía a Larios por Martínez. Por aquel tiempo la Alameda ya estaba dejando de ser el Paseo predilecto de los malagueños, en beneficio del Parque. Ello se acrecentó al abrirse en 1924 una amplia rotonda en torno al monumento al Marqués de Larios y, al año siguiente, con el proyecto por el que adquiere su configuración actual, desapareciendo el salón central y convirtiéndose en zona de tránsito rodado. En 1926 la Agrupación decide instalar por primera vez sillas en la entonces Alameda de Alfonso XIII, desde Puerta del Mar, acordándose que las cofradías que decidieran pasar por allí lo hicieran por el centro de la misma. Dos años más tarde se añade una tribuna con trece filas y palcos, incorporándose al recorrido oficial.

Tras la Guerra Civil, la avenida del Generalísimo continuó formando parte, parcialmente, del recorrido oficial, uniéndose en 1954 un segundo tramo, comenzando a la altura de Torregorda. Finalmente, es en 1960 cuando se incorpora en toda su longitud.

Se ha dicho que la Alameda fue en el siglo XIX el mejor exponente simbólico del nacimiento de una economía y una estructura urbana alternativas a los valores del Antiguo Régimen. Desde la perspectiva cofrade, la Alameda constituye, a partir de su incorporación al recorrido oficial, un claro exponente de la concepción de la Semana Santa como un espectáculo. Lugar donde, por sus características, más brillan los desfiles y las suntuosas procesiones; y donde se producían, y producen, los cruces más populares. Con el paso de los años se añadieron más sillas y tribunas, multitud de focos y puestos de todo tipo. Incluso, la imagen que más se ha exportado de nuestra Semana Santa ha sido el paso de nuestras procesiones por esta amplia avenida, olvidando quizá que Málaga no era solo la Alameda.