Desde que Enrique VIII rompió con la Iglesia romana en 1534, ningún Pontífice, hasta ayer, había vuelto a pisar tierras británicas en visita de Estado. Casi cinco siglos después del distanciamiento entre el monarca y el Vaticano, el Papa Benedicto XVI llegó ayer a Edimburgo para iniciar una visita oficial y pastoral de cuatro días en el país.

Durante el viaje en avión que le trasladó del aeropuerto italiano de Ciampino hasta el internacional de la capital escocesa, el Pontífice realizó las primeras declaraciones de su viaje apostólico y las dedicó a los abusos sexuales de menores por parte de religiosos y sacerdotes, en las que aseguró que son una enfermedad y que la Iglesia «no actuó con suficiente rapidez». Además, aseguró que «la Iglesia debe ofrecer ayudar a las víctimas» y proteger a los niños.

El vuelo de Alitalia en el que viajó el Pontífice aterrizó pasadas las diez de la mañana y recorrió las pistas con las banderas británicas y vaticanas ondeando desde las ventanas de la cabina de mando. Los británicos se acercaron a las inmediaciones para dar la bienvenida a Benedicto XVI, que saludó estrechando las manos al Duque de Edimburgo, Lord Patten, así como a varios líderes religiosos que acudieron al aeropuerto. A continuación, el Santo Padre, que no besó el suelo como lo hizo su antecesor, Juan Pablo II en su visita a Gran Bretaña en 1982, caminó entre las filas formadas por los soldados del Regimiento Real de Scotland, todos ellos, vestidos de negro.

Primera audiencia

La primera entrevista fue con Isabel II, Reina de Inglaterra, en el Palacio de Holyrood. El Papa estrechó la mano de la Reina y, a continuación, escucharon el himno nacional y dieron paso a un encuentro privado.

El Santo Padre pronunció un breve discurso en inglés en el que, tras hacer un repaso por diversos acontecimientos históricos y recordar las profundas raíces cristianas de los ingleses, les pidió que mantuvieran siempre su respeto por los valores tradicionales y culturales ante «algunas formas más agresivas de secularismo».

Benedicto XVI hizo referencia a cómo Gran Bretaña se «enfrentó a la tiranía nazi» que «deseaba erradicar a Dios de la sociedad». Posteriormente, el Santo Padre se trasladó al palacio arzobispal de Edimburgo para almorzar con las autoridades del catolicismo escocés. Tras el almuerzo, el Papa se dirigió a Glasgow donde un total de 125.000 personas se concentraron para recibir a Benedicto XVI de camino a la celebración de la Eucaristía en Bellahouston Park, un número que multiplica por cinco al de fieles que recibieron a Juan Pablo II en los mismos términos. Benedicto XVI se dirigió a los jóvenes en primer término: «Alejad lo indigno y descubrid vuestra dignidad como hijos de Dios». En el acto, también estuvo presente la cantante Sunsan Boyle, que interpretó I dreamed a dream.

Tras la misa, a la que se estima acudieron 60.000 personas, el Papa se desplazó a Londres donde hoy está previsto que se entreviste con el arzobispo de Canterbury. El acto central de esta visita de cuatro días será la beatificación el domingo del cardenal John Henry Newman, intelectual convertido desde el anglicanismo.

Protestas

Más de un centenar de manifestantes protestaron ayer en Edimburgo contra la visita Papa. Unos 150 activistas congregados por la campaña Protest The Pope (Protestar al Papa), se manifestaron en Lothian Road, en el centro de la capital escocesa, para rechazar la visita del Pontífice.