«Las estadísticas de supervivencia al cáncer son muy alentadoras», anima Alfonso Valencia (Sevilla, 1959), uno de los pocos bioinformáticos españoles de renombre, dedicado a analizar científicamente los numerosos datos biológicos en torno a la enfermedad y vicedirector del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Valencia afirma que ya hay fármacos para atacar únicamente a la célula tumoral sin necesidad de destruir con la quimioterapia lo que está a su alrededor, certifica que en los animales las enfermedades del sistema nervioso central detienen el crecimiento de algunos carcicomas y critica el mal ejemplo dado por Steve Jobs por recurrir a la medicina alternativa cuando su cáncer era tratable. Lo que no se sabe a ciencia cierta es qué elementos del tabaco producen esta enfermedad. El análisis computacional de los datos continúa.

Señor Valencia, como biólogo computacional, ¿qué es la Bioinformática?

Es la ciencia que trata los datos biológicos con métodos computacionales. Todo lo que pasa en biología y particularmente en genómica genera grandes cantidades de datos que no pueden analizarse si no es con ordenadores. La biología produce tantos datos como la meteorología o la exploración del espacio. La bioinformática o biología computacional es la parte de la biología que analiza y organiza esos datos.

¿Adónde nos lleva el análisis computacional de los datos biológicos?

Los biólogos ahora mismo solo pueden entender los datos de genómica a partir del análisis computacional. Estamos hablando de una especie de Google del genoma que en vez de buscar una calle lo que busca es un gen y su mutación. El mapa del genoma no es ni mucho menos más sencillo que el mapa de cualquier ciudad.

Dice usted que la formación computacional falla entre los biólogos españoles y que eso va a ser un problema, ¿por qué?

Falla entre todos los biólogos de todas las partes. Los físicos, por ejemplo, tienen una sólida formación para analizar los resultados que sacan en sus trabajos. Sorprendentemente, los biólogos que tienen que estudiar los datos que obtienen de los genomas carecen en general de esa formación. Es un área muy particular de la ciencia en la que hay un montón de expertos altamente especializados en genoma, cáncer, biología o ratones, pero cuya formación en informática es muy escasa. Existen muy pocos bioinformáticos y ese es el problema.

¿Cómo le dio a usted por hacerse bioinformático?

Gracias a mi mujer. Ella estudiaba Física cuando éramos novios y empezó a utilizar los primeros ordenadores que había disponibles. Eso me llamaba mucho la atención y empecé a pensar en proyectos destinados a usar esos ordenadores en biología. A todo el mundo le parecía una locura y ahora se ha demostrado que es un área de desarrollo fundamental. La mayor parte de los bioinformáticos de mi generación son físicos o ingenieros. Hay muy pocos, que como yo, sean biólogos.

Así que debemos agradecer a su mujer que usted sea bioinformático y además uno de los mejores del mundo, ¿no?

Pues sí.

¿Vive usted, como algunos matemáticos, en un mundo aislado por la complejidad de sus estudios y, sobre todo, por lo incomprensible para la población en general de los términos que emplean?

No me siento aislado en absoluto. El nivel técnico de nuestro trabajo es difícil de explicar, pero lo que perseguimos y los resultados que obtenemos no es tan difícil. Además, a todo el mundo le interesa saber qué es su genoma, qué pasará con la información de ese genoma, cómo repercute en sus enfermedades o qué probabilidades tiene o no de curar un cáncer.

¿Considera usted que fallan los planes de estudio de biología?

Sí. Los planes de estudio en biología no están en España a la altura de las circunstancias. Hay muy pocas universidades que tengan cursos específicos en genómica y bioinformática y las pocas que los tienen están muy limitadas por la burocracia y las reglas de la universidad.

¿Por qué cuesta tanto cambiar para bien la universidad en España?

El funcionamiento de las universidades es difícil de cambiar. El Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas lleva diez años impartiendo un máster en bioinformática y creo que es el único serio que cubre todos los objetivos de formación para el que fue creado. Aún no hemos conseguido que universidades de alrededor se sumen a este modelo.

¿Cuáles son las universidades que más se acercan a ese modelo?

Hay algún máster en bioinformática en la Pompeu Fabra, en Valencia y en Murcia, pero son máster de Bolonia para la segunda parte de las carreras y a mí me parece que tienen muchas limitaciones. Por ejemplo, los profesores tienen que ser de la propia universidad y creo que no pueden cubrir todas las necesidades.

¿Frena la docencia la capacidad investigadora?

A mí, desde luego, no me pagan para dar clases, sino para investigar, pero aunque quisiera ayudar a estas universidades no podría hacerlo porque las propias universidades lo prohíben. Es una especie de trampa que ellas mismas se crean.

Así que hacen falta matemáticos, físicos e informáticos para estudiar el comportamiento del cáncer.

El problema del cáncer implica a toda la biología. Son, por tanto, problemas complejos que para su resolución generan muchos datos que hay que interpretar. En biología todavía estamos descubriendo cosas. Para seguir progresando necesitamos especialistas en informática, estadística, física y matemáticas.

¿Cómo avanzamos en el camino de la ciencia?

En España hay muy buenos científicos e instituciones de investigación punteras que han podido salirse del corsé organizativo y administrativo que aplica el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Son instituciones más libres y más internacionales y creo que el CNIO es el primer ejemplo en España de ese tipo de instituciones.

¿A qué se refiere con más libres?

Nosotros manejamos nuestro presupuesto y hacemos nuestros contratos. El CNIO está a un muy buen nivel internacional.

¿No les ha afectado la crisis?

¡Por supuesto! No estamos tan bien como estábamos pero seguimos en la carrera competitiva internacional. La pena es que el nivel que se había conseguido en otros centros de no tanta referencia ha disminuido. Esto afecta al país, a los centros punteros y al futuro de la ciencia.

¿Cuál es el valor económico de invertir en investigación científica?

Hay que pasar de las palabras a los hechos y cuantificar la repercusión de la inversión en ciencia en transformación social. Está demostrado que cada dólar invertido en ciencia se multiplica entre 1.000 y 10.000 veces en términos económicos. El dinero que se invierte en ciencia se transforma en valor económico.

¿Se le pasó alguna vez por la cabeza irse de España?

Me he quedado aquí porque, aunque el CNIO pasa por unas circunstancias que no son las ideales, sigue siendo competitivo a nivel mundial. Nuestras publicaciones están en el top mundial, si no ya me habría ido.

Usted es además un abanderado en el estudio de la combinación de dos campos de la biología: la evolución y el cáncer. ¿Cómo influyen los procesos biológicos en el desarrollo de los tumores?

Los tumores son parte de la biología, lo que pasa en un tumor es biológico. Los datos que obtenemos son muy parecidos y la forma en la que debemos de entender el proceso tumoral es similar a la que se emplea para explicar los procesos evolutivos. Si estudiamos una especie vemos cómo ciertos individuos compiten, cómo los más adaptados sobreviven y se reproducen y surge la siguiente generación. Eso es evolución básica.

¿Sucede lo mismo con un tumor?

Hay distintas células que se van mutando y la que se vuelve más agresiva es la que se va a reproducir más y la que acabará dominando en un tumor. Estudiar la competición entre especies y entre células en un tumor es esencialmente el mismo proceso.

¿Por qué se desarrollan unos tumores y otros no?

Por ese proceso de mutación que los hacen más o menos capaces de competir con el entorno y proliferar. Si la línea que triunfa en el tumor no es muy competitiva se puede atacar con un fármaco y si tenemos mala suerte y es una línea celular que vence dentro de ese tumor y no se puede tratar, pues malo será.

¿Es el cáncer una enfermedad o son varias?

Mariano Barbacid siempre dice que el cáncer es como si fueran todas las enfermedades infecciosas juntas. Son muchas enfermedades distintas. Hay, por ejemplo, distintos tipos de cáncer de colon. Es precisamente por esta razón por la que ahora en vez de desarrollar fármacos para un determinado tipo de tumor, lo que buscamos son fármacos para el mismo tipo de mutaciones genómicas sea cual sea el tumor.

¿Es el cáncer un mal aleatorio?

Por supuesto. En biología la aleatoriedad es absolutamente fundamental. El cáncer es parte de ese proceso evolutivo aleatorio, es una célula que está dividiéndose, introduce mutaciones y alguna de esas mutaciones acaba afectando a un gen y lo activa o a un supresor del tumor y lo desactiva. Cuando triunfa esa mutación, desgraciadamente es cuando puede aparece el cáncer.

Dígame hasta qué punto influyen los factores ambientales en el desarrollo de tumores.

Tremendamente. Pueden crear una mayor tendencia a esas mutaciones. Es el caso de la radiación nuclear o del tabaco. El ambiente influye también en la selección de las mutaciones para que triunfen más o menos.

¿Es una buena alimentación fundamental para prevenir el cáncer?

No lo sé, lo que sé es que hay factores cancerígenos conocidos y el tabaco es el más común. Fumar está relacionado con el cáncer, pero lo que no sabemos a ciencia cierta es qué elementos contiene el tabaco que producen cáncer.

¿El que deja de fumar reduce la posibilidad de padecer cáncer o ese mal hábito queda en su historial genético?

Fumar tiene mucha incidencia no sólo en el cáncer, sino en todo el organismo, en la generación de esperma y hasta en las mutaciones que se pueden pasar a las siguientes generaciones. Desconozco si dejar de fumar reduce esos riesgos, la verdad.

Usted asegura que es más barato un tratamiento personalizado para el cáncer que probar varios tratamientos hasta dar con el adecuado. ¿Es así?

Por supuesto. El diagnóstico en cáncer y otras enfermedades es complejo, pero si tuviésemos una caracterización genómica del tumor podríamos predecir con más certeza cuál es el mejor tratamiento. Esto no solo haría el tratamiento más efectivo, sino que además evitaría dar vueltas probando tratamientos y ahorraría dinero.

¿Será muy caro secuenciar el genoma?

Ahora cuesta 1.000 euros, pero en no mucho tiempo ese precio bajará y tendremos secuencias del genoma de todo. El Reino Unido lidera ahora ese proyecto de secuenciación de genomas porque están convencidos de que de esa forma ahorrarán dinero en el futuro al sistema nacional de salud. En 20 años, obtener genomas va a ser trivial y se hará en horas. Tendremos genomas de alimentos, de plantas y hasta de nuestros animales de compañía.

¿Son las terapias alternativas una buena opción para combatir el cáncer?

No. Es muy lamentable que haya gente que se aproveche del drama de los enfermos y sus familiares. Uno de los escándalos recientes es el de una universidad de Barcelona que tiene un curso sobre homeopatía. Sabemos que la homeopatía no sirve para nada, es un timo. Un compuesto sin moléculas carece de capacidad curativa. Crear falsas expectativas en personas que sufren una situación muy difícil y dramática es inmoral.

Steve Jobs sí que se entregó a esa medicina alternativa.

Y murió. Tenía un tumor que era tratable pero se dedicó a probar medicinas alternativas y cuando quiso darse cuenta ya era demasiado tarde. Es muy lamentable para él, para su familia y por el mal ejemplo que dio a mucha gente.

Supongo que el reto es acabar con los dañinos tratamientos de quimioterapia, ¿no?

Sí. Los tratamientos quimioestáticos tratan de frenar el tumor con procedimientos poco específicos. Ya hay éxitos en fármacos que atacan únicamente la célula cancerígena y no destruyen todo lo que está alrededor de esa célula.

¿Cómo es posible que las enfermedades mentales (alzhéimer, párkinson o esquizofrenia) protejan del cáncer?

Es una observación médica avalada por datos y estudios. Hay un conjunto de pacientes con enfermedades del sistema nervioso central que se ve que tienen menos tendencia a padecer un tumor. El mejor ejemplo está en los esquizofrénicos.

Y eso a pesar de la tendencia de los esquizofrénicos a fumar, ¿verdad?

Pues sí. Es curioso porque tienden a fumar mucho porque son personas compulsivas pero después no desarrollan determinados tipos de cáncer.

¿Por qué?

Ésa es la pregunta que nos hacemos. ¿Qué es lo que les protege del cáncer? Y lo que nos encontramos es que hay un número muy representativo de genes que están activados en estos pacientes y esos mismos genes están reprimidos en determinados tipos de cánceres. O al revés, hay genes que se activan en el cáncer y están deprimidos en pacientes con esquizofrenia.

¿Cómo se explica esta observación?

O por el desarrollo de la enfermedad o por los fármacos que toman los pacientes con dolencias mentales que están contribuyendo a que se activen una serie de genes o que se repriman otros que en el cáncer se comportan al revés. O la medicación o la propia enfermedad activan procesos que hacen lo contrario que haría un cáncer.

¿Cuál es la siguiente etapa en este descubrimiento?

Demostrar que esos fármacos que se administran a esquizofrénicos tienen capacidad para ser antitumorales y demostrar por qué. Estamos en ello, pero ya se ha observado en animales que fármacos contra enfermedades del sistema nervioso central paran el crecimiento tumoral. Esta reutilización de los medicamentos tiene muchas ventajas porque son fármacos ya aprobados.

Señor Valencia, ¿es cierto que el sentido del humor y el ser positivo protege del cáncer?

No me fío mucho de esos estudios aunque no sería imposible porque el funcionamiento de los humanos es muy complicado porque somos química. No sería impensable, pero creo que son estudios sin base fenomenológica.

¿Venceremos alguna vez la batalla al cáncer?

Hemos demostrado ya la gran capacidad de contención que hay para las enfermedades infecciosas y las estadísticas que existen hoy en día de supervivencia al cáncer son muy alentadoras. Yo soy muy optimista, pero no creo en que podamos erradicar el cáncer, sino que se podrá contener o cronificar, como dicen los oncólogos.